Resulta que desde hace unos días, los principales medios de comunicación se están haciendo eco de una noticia, para ellos, insólita. El Tamiflú, el famoso medicamento que se recetó para la cuestionable Gripe A, era inútil. Totalmente ineficiente, inocuo. No hacía nada. ¿Otra gran estafa de la Industria Farmacéutica? ¡Vaya sorpresa!
|ÁNGEL LÓPEZ|
El gran médico griego Hipócrates de Cos dijo una vez: “Que la alimentación sea tu única medicina”, y parece que, a día de hoy, la afirmación de un primitivo ser humano de hace más de dos mil años sigue siendo más fiable que cualquier antibiótico. Aquí, un servidor, padeció la Gripe A en su momento, o cualquiera que fuese aquel virus, seguramente creado por la propia Industria Farmacéutica en un sólido experimento social que intentó establecer hasta qué punto se podía convertir la salud en una mercancía capitalista. Pasé una semana con fiebre extrema y sudores, tomando aquel endiablado antibiótico.
Para mi sorpresa, por aquel entonces, no me hizo nada. ¿Qué cómo me curé? Pasé otra semana a base de fruta, verdura y vitamina C. Tomaba cerca de cinco naranjas al día. Y voilá. No soy ningún entendido en medicina, alimentación o cualquier cosa que tenga que ver con mi propio cuerpo y mi salud, pero aquello funcionó, y algo querrá decir.
Así que aquí estamos, en el punto en el que un hombre con más de veinte siglos de antigüedad recomienda llevar una buena alimentación para estar sano. Y por otro lado tenemos a una Industria que nos recomienda atiborrarnos de drogas, que casualmente son extraordinariamente caras, para obtener los mismos resultados. No sé por qué, pero lo segundo tiene serias similitudes con el famoso timo de la estampita.
La Industria Farmacéutica es un monopolio en toda regla, aumenta sus ingresos exponencialmente año tras año, busca medidas de ahorro que incluyen el fraude en los ensayos clínicos y la competencia desleal y a saber si propaga enfermedades endémicas cuidadosamente controladas para tener una continua fuente de ingresos. Mirémoslo así, cuando la meta de la medicina era noble, pura, esto es, sin la influencia del dinero sino del progreso, el objetivo era conseguir la salud perfecta.
Una raza humana sin enfermedades, totalmente sana. ¿Pero ahora qué? ¿Qué sentido tendría para una industria capitalista que busca el máximo beneficio una humanidad sana? Ninguno, necesitan la enfermedad, la muerte, porque eso es lo que les da dinero. Y mientras haya enfermedades, mientras miles de personas mueran, allí estarán ellos. Pero no para curarlas, claro, sino para tratarlas. Hay una abismal diferencia entre curar (eliminar) y tratar (paliar temporalmente para poder vender medicinas que “combatan” la enfermedad el máximo tiempo posible).
Sé que hay cosas que no se pueden curar con un zumo de naranja. Ojalá fuera tan fácil. Hay enfermedades devastadoras, y hay personas que han salvado la vida gracias a la ciencia moderna. Cáncer, Sida, enfermedades venéreas. Hay supervivientes que pueden afirmar con orgullo que a ellos los antibióticos y el tratamiento sí les han ayudado. Pero fijémonos en lo pequeño. El negocio son las enfermedades pequeñas. La gripe, los resfriados, las dolencias más básicas. ¿Hasta qué punto podemos estar seguros de que no son las Farmacéuticas las responsables de que la Gripe mute año tras año, con la nueva hornada de medicamentos y beneficios que eso supone para ellas?
Yo, por si acaso, leería más a menudo los prospectos e intentaría consumir la menor cantidad posible de medicamentos. Y para un resfriado, o una gripe, el zumo de naranja y de limón hacen maravillas. O al menos hacen algo más que el Tamiflú, esto es, nada.
“Salud en Venta” (Documental):
“Demasiado Tamiflú” (Noticia, fuente: El País)
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