sábado, 18 de febrero de 2012

Pelicula acerca de La evolución del salto cuántico que estamos dando.


 El siguiente eslabon evolutivo.





Aunque la expresión «salto cuántico» se ha extendido al lenguaje cotidiano, en realidad tiene un significado específico. Cuando hablamos de los átomos, sabemos que tienen un núcleo con protones y neutrones, y que los electrones giran alrededor de aquél en órbitas fijas ubicadas a distancias distintas. Los electrones permanecen en una órbita, pero a veces cambian a otra. Si absorbe energía, un electrón puede saltar a una órbita superior; si libera energía, puede caer a una órbita inferior. Y esto es lo importante: cuando un electrón cambia de una órbita a otra, no se mueve a través del espacio que las separa; en un momento está en la órbita A y al siguiente está en la B, sin haber recorrido el espacio entre las dos. A esto se le llama SALTO CUÁNTICO.

En un sentido más amplio, un salto cuántico es un cambio de estatus —de un conjunto de circunstancias a otro— que ocurre de manera inmediata, sin sucesos intermedios.  Los científicos no pueden predecir cuándo ni dónde ocurrirá un salto cuántico. Pueden crear modelos matemáticos que les permiten calcularlo aproximadamente, pero no predecirlo del todo. En el nivel subatómico, esa imprevisibilidad parece no tener consecuencias. Si un electrón salta de una órbita a otra, ¿en qué nos afecta? Si piensas en todos los átomos del mundo y sumas los efectos de su imprevisibilidad, el resultado es, literalmente, el caos.
Los científicos reconocen la imprevisibilidad de la naturaleza y han tratado de encontrarle un sentido. Hasta los sucesos aparentemente más simples están gobernados por esta imprevisibilidad.

¿Cuándo y dónde aparecen las burbujas en una «acerola de agua hirviendo? ¿Qué patrones formará el humo de un cigarrillo encendido? ¿Cómo se relaciona la posición de las moléculas de agua que están en lo alto de una cascada con la que tendrán a la caída?  La nueva ciencia del caos trata de predecir lo impredecible a través de intrincados modelos matemáticos. El ejemplo clásico es que una mariposa bate las alas en Texas y seis días después hay un tornado en Tokio. La conexión tal vez no sea evidente, pero existe. Ese pequeño cambio provocado por la mariposa en la presión del aire puede multiplicarse, magnificarse y producir un tornado, pero es imposible saberlo con precisión.

En el nivel espiritual, esto significa que jamás podremos saber a ciencia cierta qué rumbo
tomará la vida, qué cambios pueden provocar en nuestro destino esos pequeños batimientos de intención y acción. Asimismo, nos dice que nunca podremos conocer plenamente la mente de Dios. Jamás comprenderemos cabalmente el cómo, el dónde ni el cuándo de nada. Debemos rendirnos a la incertidumbre y apreciar su belleza.

Toda creatividad se basa en saltos cuánticos e incertidumbre. Las ideas verdaderamente novedosas surgen del sustrato colectivo de información en momentos especiales. Estas ideas no se originan en el afortunado individuo, sino en la conciencia colectiva. Por eso es frecuente que dos o más personas realicen descubrimientos científicos significativos al mismo tiempo. Las ideas circulan en el inconsciente colectivo y las mentes preparadas están listas para traducir esa información. Ésta es la naturaleza del genio; ser capaz de comprender lo conocible aun cuando nadie más reconozca que está ahí.

En un momento, la innovación o la idea creativa no existe y al siguiente es parte de nuestro mundo consciente. Mientras tanto, ¿en dónde estuvo? En el ámbito virtual, en el nivel del espíritu universal donde todo es potencial. En ocasiones, este potencial genera algo previsible; otras, algo nuevo, pero en este reino ya existen todas las posibilidades. En última instancia, cuando morimos el alma da un salto cuántico en la creatividad.  En efecto, el alma dice: «Ahora debo expresarme a través de un nuevo organismo o encarnación». Así pues, la intención proviene del alma universal, se localiza en un. alma individual y finalmente se expresa a través de una mente individual, circunscrita.

A partir de las experiencias pasadas creamos los recuerdos, que son la base de la
imaginación y el deseo, y como hemos visto, el deseo es la base de la acción. El ciclo se perpetúa a sí mismo. Cuando la intención se repite, crea un hábito. Mientras más se repita la intención, más
probable es que la conciencia universal dé lugar al mismo patrón y manifieste la intención en el mundo físico. Si recuerdas el apartado sobre física, una onda-partícula que está dentro de una caja no observada es, simultáneamente, una onda y una partícula, y adopta una forma definitiva sólo hasta que es observada; comprenderás que en el momento de la observación, la probabilidad se transmuta en forma definida. Esta es la misma idea, sólo que cuando la intención se repite, es más probable que el patrón de la mente no circunscrita se transmute siguiendo tu intención, y se manifieste como una realidad física. Esto crea la ilusión de lo fácil y lo difícil, de lo posible y lo imposible. Por ello, si realmente quieres trascender lo mundano debes aprender a pensar y a soñar lo imposible. Sólo con los pensamientos repetidos lo imposible puede hacerse posible, por medio de la intención de la mente no circunscrita.

La mente no circunscrita que está en ti es la misma que está en mí, o para el caso, en un rinoceronte, una jirafa, un ave o un gusano. Esta mente no circunscrita, esta conciencia pura, es lo que nos da el sentido del «yo»,el «yo» que dice quién eres o quién crees que eres.  Esta conciencia universal  es el único «yo» que existe. Pero ese «yo» único y universal experimenta un proceso de diferenciación; se transforma en un número casi infinito de observadores y observados, espectadores y escenarios, formas orgánicas e inorgánicas, todos los seres y objetos que conforman el mundo físico.

Este hábito de la conciencia universal de diferenciarse en conciencias particulares es anterior a la interpretación. Como seres humanos estamos acostumbrados a pensar en nuestro ser individual como «yo», sin notar o apreciar el «yo» más grande y universal al que llamamos alma universal. La palabra «yo» es simplemente un ingenioso punto de referencia que utilizamos para localizar nuestro punto de vista único en el alma universal.

Sin embargo, cuando nos definimos sólo como un «yo» individual, perdemos la capacidad de imaginar más allá de los límites de lo que tradicionalmente se considera como posible. No es que en el «yo» universal todo sea posible; es que ya existe, y lo único que necesita para transformarse en una realidad en el mundo físico es la INTENCIÓN.

La diferencia entre la mente circunscrita y la no circunscrita es la que hay entre lo ordinario y lo extraordinario. La mente circunscrita es personal e individual para cada uno de nosotros. Es la que sostiene nuestro ego, el «yo» autodefinido que va por el mundo y que está esclavizado a los hábitos condicionados. Por su misma naturaleza, la mente circunscrita nos separa del resto de la creación.
Establece divisiones sólidas que nos sentimos obligados a defender, aun cuando esto implique aislarnos de significados más profundos y conexiones dichosas que resultan de sentirnos parte de lo universal.

La mente circunscrita es lenta, agotadora y racional, y carece de imaginación o creatividad. Requiere atención y aprobación constantes, por lo que tiende a sentir temor, desazón y dolor. Por su parte, la mente no circunscrita es alma o espíritu puro, es la conciencia universal. Actúa más allá de los límites del espacio y él tiempo, y es la gran fuerza organizadora y unificadora del Universo, de alcance y duración infinita. Por naturaleza, el alma no circunscrita se vincula con todas las cosas porque es todas las cosas. No requiere atención, energía ni aprobación; es completa en sí misma, por lo que atrae el amor y la aceptación. Es inminentemente creativa, la fuente de la que fluye toda la creación. Nos permite imaginar más allá de los límites de lo que la mente circunscrita considera posible, pensar sin restricciones y creer en milagros.

Los saltos creativos dados por la mente no circunscrita, han sido confirmados por la ciencia.  Los huecos en los registros de fósiles sugieren saltos creativos de imaginación por parte de la naturaleza, hipótesis conocida como equilibrio discontinuo. Por ejemplo, existen antiguos fósiles de anfibios y aves, pero no de criaturas que los vinculen entre sí. Esto sugiere un salto cuántico de imaginación; los anfibios quisieron aprender a volar y las aves fueron resultado de esa intención. Los científicos creen que los humanos evolucionaron de los primates, pero no hay registro de fósiles de la fase intermedia, el eslabón perdido. Primero había sólo primates y de repente aparecieron los humanos. ¿Qué hubo en medio? Nada.

Estos constantes saltos de imaginación dan lugar a lo que nosotros vemos como el Universo.
El camino a seguir ahora, el próximo paso, es ir aprendiendo a dar “un salto cuántico” desde la mente racional en la que nos manejamos habitualmente hacia la mente universal en donde podemos hacer que se cumplan nuestros “milagros”.

Fuentes:  Frigyes Fogel    2012 Ascensión


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