Para
cambiar nuestros paradigmas
La conexión telepática nos hace sentir, nos hace vivir, la realidad de que somos uno más, uno con todo lo que está vivo a nuestro alrededor. Nos aleja de la idea de estar solos y aislados, como cada día más y más personas se sienten de forma continuada; nos saca de la idea de estar solos en el planeta como única especie inteligente porque comienzas a entender los valores del otro y a contar con ellos al tomar decisiones. Mediante la expansión de la capacidad telepática se amplía nuestro concepto de vida, comenzamos a entender que hay mucha más vida a nuestro alrededor de la que nos habíamos permitido observar hasta ese momento.
Según vas reconectándote a través de la telepatía con la naturaleza, vas recuperando el amor por ti mismo y por los que te rodean, me refiero a Amor de verdad, del que es eterno e incondicional, no del neurótico que todos conocemos y con el que hacemos canciones desesperadas o tiramos fuegos artificiales según venga el aire.
La naturaleza no está ahí para servirnos, pero nuestra sordera ha propiciado nuestra ceguera, pensamos que si están ahí es porque nos lo hemos ganado. ¿Cómo? pregunto yo. Lo cierto es que la idea de la Naturaleza era justamente la contraria, que los seres humanos pudieran estar ahí y echar un cable a los demás seres vivos, uniendo los diferentes reinos y ayudando (que no manipulándolos).
por Mª Victoria Simona
I URBAN VEGAN FESTIVAL (Daganzo, Febrero 2011)
Buenas tardes, mi nombre es Mª Victoria Simona y vengo a hablaros sobre esta nueva conciencia entre especies.
El punto de vista desde el que os vengo a hablar puede resultar un poco particular, cuando menos poco oído hasta el día de hoy en nuestro país. Es el punto de vista de los animales y demás especies que conviven con nosotros.
Todas esas actividades las auno en un espacio
llamado ENTRESPECIES dedicado al desarrollo del lenguaje común a todos los seres
vivos, la Telepatía, la comprensión y el respeto así como la sanación entre las
diferentes especies. Vale… ¿y en qué consiste eso de la telepatía entre
especies?
Bien, provenientes del griego antiguo el prefijo
Tele tiene que ver con distancia, y patía, con sentimiento o sensación. La
telepatía es por lo tanto la capacidad de sentir al otro a través de la
distancia, sin importar kilómetros, condiciones geográficas, posibles muros o
fronteras entre los individuos en cuestión… A través del canal telepático están
unidos todos los seres vivos sobre la Tierra, incluida ella misma, por supuesto,
que es un magnífico ser vivo, lleno de vida y consciencia, y tremendamente
generoso.
La Telepatía no es un don especial vedado a unos
pocos especialmente dotados o sensibles, ni mucho menos un superpoder de ciencia
ficción, como aún hay quien cree por ahí. Se trata de una capacidad innata a
todas las especies, incluido el ser humano, ¿por qué no? Al fin y al cabo somos
uno más; esta es una de las características de la telepatía. Se trata de una
comprensión consciente e inconsciente al mismo tiempo del otro, de sus
pensamientos, su estado de ánimo y de su experiencia, una comprensión tan
profunda que uno llega a sentirse el otro.
Y llegados a este punto seguramente hay quien se
esté preguntando: ¿cómo es que estoy tan segura de haber establecido dicho
contacto y no estar viviendo una fantasía de mi propia creación? Esta es una
pregunta estupenda y muy sana que surge cuando uno se plantea la posibilidad de
la comunicación telepática y que conviene seguir haciéndose durante nuestros
primeros pasos telepáticos, cuando decidimos recuperar esta capacidad y nos
ponemos manos a la obra.
La respuesta es que la comunicación se confirma
repetidamente por los resultados: los aprendizajes, los cambios de
comportamiento como resultado de una comprensión mutua, la tranquilidad, una más
estrecha colaboración…Porque como he comentado, la comunicación telepática no
depende de la distancia. Depende de la sintonización, de saber con quién estas
comunicando, de ser capaz de entender al otro como un igual, identificarte con
él, con su individualidad, su espiritualidad, emociones, sentimientos, sus
propios valores.
Cuando un ser humano y otro animal trabajan
juntos en la comprensión mutua se apela a la nobleza y al respeto mutuo, así es
como la armonía y la dignidad sustituyen al temor y su fruto más inmediato, la
agresión.
La conexión telepática nos hace sentir, nos hace vivir, la realidad de que somos uno más, uno con todo lo que está vivo a nuestro alrededor. Nos aleja de la idea de estar solos y aislados, como cada día más y más personas se sienten de forma continuada; nos saca de la idea de estar solos en el planeta como única especie inteligente porque comienzas a entender los valores del otro y a contar con ellos al tomar decisiones. Mediante la expansión de la capacidad telepática se amplía nuestro concepto de vida, comenzamos a entender que hay mucha más vida a nuestro alrededor de la que nos habíamos permitido observar hasta ese momento.
A través de la telepatía se crea un vínculo
totalmente distinto a las relaciones neuróticas que a menudo desarrollamos con
individuos de otras especies, por ejemplo con nuestras mascotas, (y uso la
palabra mascotas conscientemente, por sus implicaciones de propiedad y
dependencia) ¿que a qué me refiero? esto lo entendemos muy bien cuando vemos
a alguien maltratando a su perro, por ejemplo.
Es fácil ver que la rabia
acumulada por esa persona no era principalmente por que el perro hizo lo que no
debía, porque pisó las flores del jardín que acaba de plantar, o porque se hizo
adulto, o algo así. Es fácil entender que eso fue solo la chispa que encendió el
polvorín y que fueron sus circunstancias de vida, sus propias frustraciones
acumuladas las que crearon toda esa rabia, y que probablemente la pagó con el
perro porque lo siente cercano, se identifica con él, proyecta sobre él su rabia
y le hace lo que en realidad quiere hacerse a si mismo.
Proyectamos sobre nuestros animales nuestros
apegos, anhelos, ansiedades, y ellos, por amor a nosotros intentan satisfacer
estas expectativas. En un caso parecido de maltrato en el que tuve la
ocasión de contactar con el perro Maltratado, éste me decía: “él me necesita, es
la única manera en la que se permite expresar ese sentimiento. Mientras me pega
él se libera y se alinea con quien vino a ser. Tal vez un día pegándome vea que
es momento de dar un paso más y dejar de hacer lo que tanta rabia le causa y
comenzar a hacer lo que realmente le hace felíz. Me necesita.”
Y hay otros casos, puede que no tan llamativos,
pero igualmente neuróticos e insanos, tanto para el animal como para el humano.
Nuestro compañero animal siempre querrá echar una mano como sea, estando a la
altura… Hace poco unos amigos aumentaron su familia con un perrito, precioso,
simpático y listo. Un perro de raza con un gran pedigrí también, mis amigos
fantaseaban con llevarlo a campeonatos de belleza, estaban seguros de que
romperían la pana juntos.
Sin embargo una semana antes de los campeonatos el
perrito siempre enfermaba. Me llamaron para una consulta para preguntar al
animal a qué se debía su malestar, resultó que el perrito se ponía enfermo de
ansiedad sólo de pensar en las competiciones, no era nada competitivo, y la idea
de no estar ala altura le enfermaba. Cambiaron mis amigos sus expectativas y el
perrito no volvió a tener recaídas. El afán de nuestros compañeros animales por
ayudar, su deseo de asistirnos sea como sea, incluso a costa de su salud, es lo
más parecido que conozco al amor incondicional.
Pero no solo establecemos este tipo de relaciones
con nuestras mascotas, también proyectamos nuestras neurosis sobre animales que
no lo son y ya de por sí denominamos “salvajes” (¿no hacían eso mismo los
romanos en su día cuando todo aquello del Imperio? Ellos también llamaban
“salvajes” a quienes vivían fuera de sus fronteras, les costaba identificarlos
como seres de su misma especies, incapaces de desarrollar una “cultura” según
sus valores). Permitirme que los llame libres, sólo por hoy.
En mis cursos de telepatía suelo hacer una
dinámica a través de la cual los alumnos contactan cada uno con un animal que
les elige a ellos, a menudo son animales libres, alguno que ni siquiera ha
tenido mucho contacto con el hombre en sus vidas. El cambio de las personas en
sus opiniones y sentimientos sobre el animal con el que hacen el trabajo es
inmediato y a menudo esclarecedor para todo el grupo de cuán infundadas suelen
estar nuestras ideas preconcebidas sobre estos animales y los miedos que en
ellas se basan.
Una vez caminando por el campo decidí hacer una
práctica que me había contado un amigo mío mejicano, que suelen hacer los indios
huicholes. Ellos caminan descalzos por el desierto de Sonora incluso en luna
nueva. No se preocupan de los cactus, ni de los alacranes, ni las serpientes…
consideran que nada puede pasarles teniendo, como tienen, porque se lo trabajan,
el corazón limpito.
Total, comencé a caminar campo a través, no
descalza, (era invierno en Calatayud) pero sí sin mirar al suelo, confiando, y/o
poniendo a prueba el nivel de limpieza de mi corazón. Al cuarto paso, no sé bien
si por miedo o por inercia miré al suelo según iba a apoyar el pie, ¡y menos
mal!, la serpiente más grande que he visto yo suelta por España estaba justo en
el lugar hacia el que se dirigía mi bota. Evité pisarla por los pelos y aún con
el susto en el cuerpo me salió del alma pedirle perdón, no telepáticamente, a
viva voz “Ay, perdona!”. La serpiente, completamente en guardia, claro, primero
por la amenaza de pisada, pero luego porque se trataba de un humano asustado, y
eso es sin duda una pedazo de amenaza suelta en la naturaleza, quedó atónita al
recibir mi solicitud de perdón, se recuperó con la rapidez de las serpientes,
supervivientes natas, y ya relajada se quedó escrutándome con una pregunta que
ya me había hecho algún otro animal salvaje antes “¿quien eres tú?”
Tal vez os ayude a entender la trascendencia de
ese momento la definición de respeto que un amigo animal me dio una vez. Me
comentó que los animales entienden el respeto como una amable mezcla entre
tolerancia e interés. Y una amable mezcla entre tolerancia e interés, eso es lo
que sentí que la serpiente me enviaba en su pregunta “¿quién eres tú?”Es una
buena pregunta, ¿verdad?, desde hace un tiempo procuro hacérmela siempre que
tengo un rato.
El caso es que eso es lo que nos encontramos los
seres humanos cuando nos decidimos a abrirnos a la comunicación y comprensión
por las demás especies, interés y respeto, a menudo también, tanta tolerancia
que nos confunde y pensamos que es que no se enteran, “no se han enterado, por
eso no hay rencor”… pero se enteran, si se enteran. Es sólo que… hay tanto amor
ahí fuera… (fuera de nuestra burbuja). A pesar de los miles de años
ignorándoles, utilizándoles como objetos de consumo, considerándonos únicos y
especiales cuando lo único que pasa es que hemos decidido no escuchar, en el
momento en que nos abrimos a ellos, ahí están, ni rencores ni venganzas, solo
interés y tolerancia.
No sé cuántos de aquí han estado cerca de un delfín alguna vez…
es una verdadera maravilla, esos animales respiran amor y solo estar cerca de
ellos te abre el corazón irremediablemente. A todo el mundo le gustan los
delfines… ¿alguna vez os habéis preguntado por qué?… esos animales tienen tanto
amor propio, tanto amor a sí mismos, que lo irradian a todo lo que les rodea.
Según vas reconectándote a través de la telepatía con la naturaleza, vas recuperando el amor por ti mismo y por los que te rodean, me refiero a Amor de verdad, del que es eterno e incondicional, no del neurótico que todos conocemos y con el que hacemos canciones desesperadas o tiramos fuegos artificiales según venga el aire.
La relación con los animales que se desarrolla a
través de la telepatía es inmensamente distinta a la desesperada condición de
dependencia que establecen muchos humanos con sus mascotas, y vamos a aprovechar
este momento para decir que los animales prefieren ser llamados amigo animal o
compañero animal y evitar las connotaciones de propiedad y dependencia del
término mascota. Sólo con este cambio nosotros proyectamos sentimientos más
sanos y sobre la relación y es para ellos más fácil encontrar su sitio sin verse
envueltos en los desequilibrios de sus compañeros humanos debido a la
dependencia y a su profundo deseo de servir y ayudar a éstos.
El animal puede ponerse enfermo cuando trata de
curar, limpiar o proyectar las emociones no digeridas de su compañero humano. La
falta del suficiente contacto con la naturaleza, de dietas sanas o suficiente
ejercicio no les ayuda en el proceso y terminan por sufrir las mismas
enfermedades que sus dueños o, a menudo, sufriendo las enfermedades en vez de
sus dueños.
Recuerdo una vez en que llamó a mi consulta una
mujer para que hablara y tratara a su gato, enfermo del hígado de la noche a la
mañana, estaba siguiendo cuidados veterinarios pero quería preguntarle al gato
si sabía de donde venía su dolencia y si había algo más, que él supiera, que
ella pudiera hacer. Al hablar con aquel gatito, él lo tenía muy claro, su hígado
estaba procesando la sobrecarga de ira acumulada por su dueña durante la última
semana, pues hacía solo unos días que había sido despedida sin motivo ni aviso
previo de la empresa donde llevaba trabajando toda la vida.
Al oír la versión de su gato la mujer, que
llevaba desde entonces paralizada por las emociones, negándose la ira, y sin ser
capaz de avanzar, reaccionó. Hizo por su gato lo que no pudo en un principio
hacer por ella misma, afrontó y encauzó su ira hasta digerir la experiencia como
un valioso aprendizaje de vida y el gato se recuperó al mismo ritmo en que ella
fue avanzando en su proceso.
Aprender a manejar nuestras emociones
aceptándolas y trasmutándolas, permitiendo que se conviertan en energía de
aprendizaje no es sólo algo que nos ayude a nosotros mismos, todo está
conectado, es una manera de ayudar al mundo, desde luego, de ayudar a nuestros
animales.
La naturaleza no está ahí para servirnos, pero nuestra sordera ha propiciado nuestra ceguera, pensamos que si están ahí es porque nos lo hemos ganado. ¿Cómo? pregunto yo. Lo cierto es que la idea de la Naturaleza era justamente la contraria, que los seres humanos pudieran estar ahí y echar un cable a los demás seres vivos, uniendo los diferentes reinos y ayudando (que no manipulándolos).
Se diría que nos hemos perdido y hemos estando
avanzando en dirección equivocada, pero los animales celebran que, al menos
ahora, nos estamos dando cuenta. Y eso amigos es lo que hemos venido a celebrar
hoy aquí, ¿no es así? Lo empezamos a sentir donde comienzan todas las
sensaciones, en el estómago, a través de su conexión directa con el corazón,
esta es la dirección, y nos estamos poniendo manos a la obra.
Porque aquí, hoy, ESTAMOS MANOS A LA OBRA.
Estamos dándonos cuenta, aprendiendo, y disfrutando con ello.
Como un amigo animal me dijo una vez, “la especie
humana está floreciendo, sus corazones se están, por fin, abriendo a la vida.
Este es un cambio largamente esperado por todos los seres vivos en todo el
Universo.”
A menudo, al final de mis cursos los animales que
nos ayudan me piden que les diga a mis alumnos de su parte, que son unos
valientes, valientes capaces de volver a mirar para entender ¿recordáis la
definición animal sobre el respeto?, la capacidad de volver a mirar con una
amable mezcla entre interés y tolerancia.
Mi perro Gastby me dijo una vez, “Si quieres
conocer a algo o a alguien respétalo y deja que ese respeto vaya convirtiéndose
en conocimiento.”
Los animales, en general, me han pedido que diga
algo aquí hoy, para todos vosotros. Ellos querían estar presentes, están
felices por una iniciativa como ésta y esperanzados por toda esta gente reunida
celebrando unos valores que abren paso a una nueva conciencia entre todas las
especies del planeta, una conciencia en la que todas las especies participan,
sin miedo a ser explotadas, ni siquiera utilizadas, sino colaborando entre
ellas. Una celebración de gente dispuesta a cambiarse a sí mismos para hacer más
espacio al Amor en sus vidas.
Estamos viviendo momentos turbulentos, en la
especie humana se dan hoy en día muchas distintas conciencias creando juntas. Y
los temas que nos ocupan hoy aquí todos los estamos aún aprendiendo a integrar
en las diferentes facetas de nuestra vida.
Igual que ocurre con las diferentes especies
sobre la Tierra, cada uno de nosotros hemos llegado hasta aquí por caminos
distintos, cada uno ha hecho sus elecciones de vida desde sus propios criterios,
no necesariamente los mismos para cada uno de nosotros aunque nos hayan reunido
finalmente en un mismo lugar. Aunque sí creo que todos los que estamos aquí
sabemos por nuestras propias experiencias de vida lo importante que es saber
respetar los valores y formas de vida de los que te rodean, todos lo deseamos
para nosotros y eso nos capacita para saber hacerlo con los demás.
Incluso en momentos turbulentos como éstos, unos
valores de vida basados en el Amor no pueden imponerse a nadie, eso lo sabemos,
pero si pueden compartirse; y en eso estamos aquí hoy, compartiéndolos y
celebrándolos, creando nuevos espacios para que esto suceda.
María Victoria Simona- (Comunicadora entre especies)
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