miércoles, 6 de julio de 2011

ASOCIACION OVNIs - BOMBAS NUCLEARES


Todas las hipótesis que existen con respecto al tema de los OVNIS dicen que la ufología comenzó en 1947, dos años después de la primera explosión nuclear. De hecho, una de las primeras versiones de la hipótesis extraterrestre, si no derechamente la primera, presentada en 1949 por el mayor Donald Keyhoe, decía que los alienígenas nos estaban estudiando debido a nuestro reciente dominio sobre la fuerza atómica. Unas décadas después, los seguidores de una mirada psicosocial del tema afirmarían que el fenómeno OVNI podría ser una manifestación inconsciente de culpa y miedo de la especie humana en relación a las armas nucleares.

Hasta hoy, casi como un Godzilla que surgió como consecuencia de las pruebas nucleares en el Pacífico, los OVNIS y las armas atómicas permanecen asociadas en buena parte de las hipótesis ufológicas, desde las extraterrestres a las escépticas, pasando por las místicas. El problema es que muchas otras cosas importantes ocurrieron poco antes de 1947. Adolf Hitler murió, comenzó la Guerra Fría, nació la radioastronomía, las transmisiones de TV se tornaban más comunes, ocurrían las primeras incursiones de aparatos humanos en el espacio… Asociar las explosiones nucleares de 1945 con la explosión del fenómeno OVNI en 1947 no debe implicar per se que fueran las explosiones nucleares las causantes del génesis ufológico.

Si el fenómeno OVNI hubiese surgido en 1940 en Europa, los ufólogos podrían haber achacado todo al inicio de la Segunda Guerra Mundial en 1939 y a la primera fisión nuclear en laboratorio, en 1938.
Eso es un tipo de falacia lógica denominada 'post hoc ergo propter hoc', que quiere decir en latín “después de, luego por causa de”. Un ejemplo de esto sería el siguiente “razonamiento”: “Antes de que las mujeres votaran no existían las armas nucleares, luego las mujeres deben dejar de votar para que se acaben las armas nucleares”. Si caemos en ese tipo de falacia dos veces, podemos concluir que si las mujeres no hubiesen comenzado a votar, ¡los OVNIS nunca habrían surgido! Está claro que el hecho de que las mujeres voten no tiene ninguna relación directa con el advenimiento de las armas nucleares; una cosa simplemente ocurrió después que la otra.

De la misma forma, que los OVNIS hayan aparecido en masa dos años después de la primera explosión nuclear no significa que fueran las armas nucleares las que “trajeron” a los OVNIS. Todo pudo ser perfectamente una coincidencia, una palabra maldita de los esotéricos. Usted sabe, muchas veces las coincidencias suceden. Todo eso, sin embargo, no significa lo contrario: que las explosiones nucleares no tuvieron nada que ver con los OVNIS. Hay un margen para la especulación, y mientras sepamos que este margen es para especular y no para entregar certezas, nosotros podemos… especular. Y especulando, podemos asociar las explosiones nucleares con los OVNIS para ver si esta idea tiene algún sentido o es más inconsistente que los aprontes más habituales.

Asociar a las bombas atómicas con los OVNIS generalmente tiene una mirada mesiánica: los extraterrestres vieron que ahora podemos destruirnos y vienen a avisarnos de aquel peligro para salvarnos. Esa aproximación tiene dos problemas: No ha sido comprobada y es escapista. Creer que quienes nos salvarán de autodestruirnos son los extraterrestres es muy peligroso. Además de eso, protestar contra las armas nucleares porque nos dicen que ellas son peligrosas es medio idiota en varios sentidos, y los contactados de los años 50 mostraron eso de diversas formas. Las armas nucleares son claramente peligrosas, y debemos oponernos a ellas, pero hacer eso sólo porque supuestamente los ET lo dijeron es tanto como usar un abrigo cuando hace muchísimo frío sólo porque nuestra madre nos lo ha dicho. Si estuviese probado que los ET realmente nos quieres decir eso, todo sería diferente, pero como esto no es así creo que debemos evitar esta idea hasta probar lo contrario, debido a sus peligros e inconveniencias.

Entonces, ¿cómo asociar a los OVNIS con las bombas nucleares? Toda asociación de este tipo (causal, en otras palabras) debe hacerse con la excusa de que las bombas nucleares desencadenaron algo. Por ejemplo, ellas deben haber activado algún tipo de alerta cósmica para que los extraterrestres nos visitasen después de que la alarma de bombas nucleares sonó. Antes de inferir sobre los motivos para que los alienígenas tuvieran ese tipo de alarma, podemos cuestionarnos sobre la alarma en sí.  Aún cuando las explosiones nucleares sean grandes explosiones –las más potentes jamás realizadas por el hombre en la Tierra y que nunca podrían ser igualadas de forma práctica a través de medios químicos, como el uso de dinamita–, ellas no son las mayores explosiones ocurridas sobre la faz de la Tierra.

La explosión de 1908 en Tunguska, Siberia, independiente de que algunos digan que fue una explosión nuclear extraterrestre y otros hablen de un accidente electromagnético de Nikola Tesla, fue una explosión mucho más poderosa que la mayor parte de las explosiones nucleares realizadas después de 1945 y, así y todo, no desencadenó el inicio de la ufología. En 1994 el impacto del cometa Shoemaker-Levy 9 con Júpiter desencadenó detonaciones gigantescas, mucho mayores que las nucleares más grandes. La explosión resultante del impacto del meteoro que extinguió a los dinosaurios felizmente nunca fue superada en fuerza por ninguna explosión nuclear humana.

Lo que debe quedar claro en todo esto es que las explosiones nucleares, a pesar de ser muy singulares desde el punto de vista humano, no son tan singulares desde un punto de vista cósmico y por lo tanto no son tan fáciles de identificar. Construir una “alarma cósmica de bomba atómica” debe ser muy difícil, porque las explosiones nucleares no se destacan en el espacio. Incluso, dependiendo de su intensidad y localización, no se destacan ni en la Tierra.

El 23 de abril de 2001 científicos del laboratorio Los Álamos detectaron una explosión sobre el Pacífico que demoró algún tiempo en ser dilucidada como una explosión no nuclear. Hay sistemas monitoreando los estallidos en todo el planeta, y a todo momento es preciso un esfuerzo para diferenciar los impactos de meteoros de las explosiones nucleares artificiales. Y eso es aquí en la Tierra.  Así, ninguna “alarma cósmica” funcionaría sin que se topase con alguna minucia en el contexto en que las explosiones ocurrieran. En rigor, los extraterrestres pueden salir detrás de cada explosión que ocurra en la galaxia, pero de seguro se toparán con incontables falsas alarmas.

Y ya que estamos hablando de extraterrestres capaces de hacer “alarmas cósmicas” por ahí, ¿no parece insensato pensar que tales alarmas no tienen medios sofisticados de detectar si las detonaciones son naturales o artificiales?.  Eso quiere decir que si tales alarmas existen, siempre hubo un cierto grado de vigilancia. Cuando tales alarmas detectaron la explosión de Tunguska, por ejemplo, deben haberla analizado para saber si fue natural o artificial, nuclear o no. Los nueve impactos del cometa en Júpiter deben haber causado más análisis. Y si ya había análisis a ese nivel, ¿por qué los extraterrestres sólo resolvieron venir en masa cuando vieron que explotamos armas nucleares? O sea, si ellos ya tenían alarmas por ahí con sensibilidad suficiente para diferenciar las explosiones nucleares artificiales de las naturales, estas alarmas deben poder detectar civilizaciones técnicas aunque éstas nunca hayan hecho explotar una bomba atómica.

Lo que nos lleva al elemento crucial, una herida profunda en la asociación entre OVNIS y bombas atómicas. Vea bien, una asociación hecha no entre los OVNIS y la energía nuclear, sino entre los OVNIS y las bombas nucleares. La primera fisión de uranio en laboratorio ocurrió en 1939, el primer reactor nuclear fue construido en 1942 (por el creador de la “paradoja de Fermi”, Enrico), pero los OVNIS sólo aparecieron en masa dos años después de que ocurrieran las explosiones nucleares.

La idea, por lo tanto, es que los OVNIS algo deben tener que ver con las bombas, no con los reactores nucleares. Pero quienes tienen reactores nucleares ciertamente deben estar capacitados, o al menos predispuestos, para producir bombas. Pues tenemos otra pregunta: Si una “alarma cósmica” es capaz de distinguir el impacto de un meteoro de una explosión nuclear artificial, ¿por qué no puede ser capaz de detectar cuando alguien logra la capacidad de dominar la energía nuclear? Los OVNIS debieron aparecer cuando los primeros reactores nucleares surgieron, y no cuando se sucedieron las primeras explosiones.

Eso se torna aún más evidente cuando imaginamos qué fácil sería generar una “alarma cósmica de explosión nuclear”. Bastaría con que hubiese sondas monitoreando el movimiento de materiales radiactivos. Esas sondas podrían detectar el advenimiento de la era nuclear en una civilización cuando los grandes volúmenes de uranio disponibles comenzaran a ser transportados y manipulados, en el triste caso de la Tierra y de nuestra civilización, para la construcción de bombas nucleares. Monitorear el movimiento de material radioactivo de innumerables planetas puede parecer complejo y dispendioso, pero no es mucho más que analizar minuciosamente todas y cada una de las explosiones que se sucedan para ver si son o no artificiales.

Esa herida también soporta otro análisis en la asociación OVNIS-bombas nucleares: que los ET vinieran a la Tierra después de detectar las explosiones nucleares, temiendo lo que nosotros podríamos hacer a otros planetas y seres. Pues bien, si los extraterrestres tienen tanto miedo, o al menos un mínimo de curiosidad con respecto a las civilizaciones capaces de efectuar detonaciones nucleares y son capaces de detectarlas, entonces –como ya vimos– debieran ser capaces de detectar las primeras incursiones en el dominio de la energía nuclear. Y también en este caso, los OVNIS deberían haber aparecido después del comienzo de la era nuclear –a principios de los 40– y no apenas después de las explosiones, ya a finales de los 40 y comienzos de los 50.

Estos pensamientos acabarán demostrando algunas inconsistencias en las asociaciones más comunes entre los OVNIS y las bombas nucleares. Nada impide, sin embargo, que versiones más sofisticadas de estas asociaciones consigan eliminar tales incongruencias. Un esfuerzo bien simple sería decir que la mayoría de las civilizaciones posee el dominio de la energía nuclear, pero que muy pocas son tan estúpidas como aplicar tal capacidad en la explosión de bombas atómicas. Esas civilizaciones vendrían a visitarnos con sorpresa y curiosidad, para saber cómo somos tan imbéciles al grado de hacer pruebas atómicas en la atmósfera con el fin de desarrollar armas cada vez más destructivas.

Podemos también partir por aproximaciones distintas: Las explosiones nucleares serían muy especiales por algún motivo aún desconocido, y como tales podrían ser detectadas a través de enormes distancias con facilidad, mientras que los reactores nucleares no podrían ser captados. Esta mirada permitiría una idea fascinante: Imagine que un viaje en el tiempo presenta una dificultad ignorada por la mayoría de los escritores, una localización en el espacio y el tiempo. Imagine que viajar en el espacio-tiempo rumbo al pasado sea como hacerlo por una regla al mismo tiempo en que usted la dobla: resulta un poco complicado medirla. Un viaje al pasado podría ser tan complejo y delicado que no bastaría con apenas tomar como referencia el momento (o lugar) de partida y ajustar sus “cinturones de seguridad”, sino que exige que muchas mediciones se lleven a cabo para asegurar que el tiempo y el lugar de destino sean correctos.

Si las explosiones nucleares fuesen tan especiales y dejasen algún tipo de rastro en el espacio-tiempo que pudiese ser detectado fácilmente, entonces serían una óptima referencia espacio temporal que localizarían la Tierra en una época y lugar que hoy mismo parecen lejanos. Luego, ¡¡los OVNIS estarían asociados a las explosiones nucleares y serían máquinas del tiempo!! Los OVNIS podrían, asimismo, ser un efecto visible de las primeras experiencias con un viaje en el tiempo que algún científico podría estar realizando en el futuro, ¡tratando de enviar hacia el pasado algo más que bolas de luz!

Ésas son, mientras, meras especulaciones, que suenan como ciencia ficción de la mala. Debemos ser cuidadosos cuando cambiamos nuestras especulaciones y aproximaciones frente a cualquier inconsistencia con el fin de mantener un ideal preestablecido, exactamente lo que hice unos párrafos arriba.
Hasta el momento, no conocemos ningún aspecto que torne, a la distancia, a las explosiones nucleares notablemente distintas de cualquier otro tipo de explosión. Si conociéramos alguna forma fácil de identificarlas a grandes distancias, el cumplimiento de los tratados de restricciones de las pruebas atómicas sería mucho más sencillo y transparente de lo que es hoy.

Al modificar las teorías frente a cualquier inconsistencia para preservar nuestras creencias preestablecidas, corremos el riesgo de construir castillos en el aire, intrincados e imponentes, aunque sólo hechos de viento y sin bases sólidas. En el caso de la asociación entre los OVNIS y las explosiones nucleares, éstas son un evento humano histórico y es curioso que el fenómeno OVNI haya surgido casi simultáneamente, y haya tenido uno de sus apogeos en la época de las pruebas nucleares y del miedo a la radiación. Eso puede ser una coincidencia, pero creo que hay margen suficiente para hacer pequeños castillos en el aire. Mientras sepamos con claridad que hasta que tengamos una base concreta, estos son sólo de viento, no habrá ningún inconveniente.

Fuente, Autor: Kentaro Mori


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