¿Qué comentaría el Don Juan de Carlos Castaneda de lo que llamamos realidad? Esa realidad cotidiana que nuestra vista capta y hace que diferentes partes del cerebro la codifiquen según conocimientos previos adquiridos. ¿Pero qué sucede en los casos que no tenemos esos conocimientos previos? ¿Cómo podríamos abrirnos a nuevos paradigmas?
La metafísica, las religiones, la filosofía, la astrología,
la numerología, la cabala y otras, realizaron sus esfuerzos para descubrir
misterios insondables que acucian al ser humano desde milenios.
La tendencia a crear un mundo con cosas separadas y ver nuestros egos aislados del resto o es una ilusión según la filosofía budista, a ésto lo llaman avidya o ignorancia, y parece haber una coincidencia impactante con la nueva física. Ambos consideran al mundo como una realidad inseparable, comportándose al mismo tiempo vivo, orgánico, espiritual y energético.
La teoría de la relatividad y la teoría cuántica han creado los principios de la nueva física y puesto de manifiesto que esa realidad de la que hablábamos precedentemente trasciende nuestra lógica clásica.
Trataremos de resumir algunos de los misterios con que se topan nuestros nuevos físicos:
Los átomos están constituidos por un núcleo pequeñísimo y por electrones que los circundan. Entre ambos un inmenso espacio vacío. Pero esa supuesta vacuidad contiene enormes cantidades de energía. Para hacernos de una idea, en un centímetro cúbico de ese espacio vacío encontramos más energía que en toda la materia del universo conocido.
Se ha descubierto que las partículas subatómicas (los constituyentes de los átomos) no son sólidas y se comportan como ondas. Pero cuando las sometemos a cualquier observación se transforman en una partícula localizable probabilísticamente. O sea que su naturaleza es dual. Debemos considerar que tanto la palabra onda como la palabra partícula es una analogía para nuestra cotidianeidad. ¿Cómo puede algo comportarse como onda o partícula al mismo tiempo? A este fenómeno incierto los físicos lo han denominado “onda/partícula”
En los átomos, nuestros nuevos científicos, han descubierto que al moverse los electrones de una órbita a otra alrededor del núcleo, no lo hacen a través del “espacio temporal” sino que lo hacen en forma instantánea, desaparecen de una órbita y aparecen en otra. A este fenómeno se la denominó salto cuántico.
Hasta hoy creíamos, con la física clásica, que los atributos de un objeto podían medirse con precisión limitada sólo por nuestra tecnología. En el nivel cuántico, eso no ocurre. Si medimos la velocidad no obtenemos medición precisa de otras propiedades como la posición. Ocurre lo mismo viceversa. A esto se lo ha llamado principio de incertidumbre, y fue formulado por otros de los pioneros de la física cuántica: Werner Heisenberg.
Debemos nombrar a 3 eminencias: Eistein, Pedolsky y Rosen (EPR) y con esas siglas se conoce el experimento que en 1935 trató de dar por el piso a otros de los misterios de la mecánica cuántica: Dos partículas creadas al mismo tiempo son disparadas hacia lados opuestos del universo, luego se les hace algo a una de esas partículas para cambiar su estado; la otra partícula cambiará al instante para adoptar el mismo estado. Esto contradecía al genio de Einstein quien afirmaba que nada podía viajar más rápido que la luz. La idea que un electrón pudiese cambiar instantáneamente, encontrándose del otro lado del cosmos, violaba su principio.
Con esto último podemos ver la enorme coincidencia con las antiguas filosofías orientales, que sin pretender demostrar nada en un laboratorio, supieron desde antaño lo que nuestros físicos están descubriendo en la actualidad. En la India los rishis (entiéndase en nuestro castellano, “los que ven”), recibieron revelaciones de los Vedas (del sánscrito vid, conocer) en una etapa no determinada de nuestra historia, siendo ellos los que más se acercan a los descubrimientos que se realizan con los colisionadores de partículas subatómicas.
Todos estamos entrelazados, y no existe acontecimiento alguno aislado en la infinidad del cosmos.
Gabriel Moschita
Alumno de Sabiduría del Ser
http://www.fabiozerpa.com.ar
La tendencia a crear un mundo con cosas separadas y ver nuestros egos aislados del resto o es una ilusión según la filosofía budista, a ésto lo llaman avidya o ignorancia, y parece haber una coincidencia impactante con la nueva física. Ambos consideran al mundo como una realidad inseparable, comportándose al mismo tiempo vivo, orgánico, espiritual y energético.
La teoría de la relatividad y la teoría cuántica han creado los principios de la nueva física y puesto de manifiesto que esa realidad de la que hablábamos precedentemente trasciende nuestra lógica clásica.
Trataremos de resumir algunos de los misterios con que se topan nuestros nuevos físicos:
Los átomos están constituidos por un núcleo pequeñísimo y por electrones que los circundan. Entre ambos un inmenso espacio vacío. Pero esa supuesta vacuidad contiene enormes cantidades de energía. Para hacernos de una idea, en un centímetro cúbico de ese espacio vacío encontramos más energía que en toda la materia del universo conocido.
Se ha descubierto que las partículas subatómicas (los constituyentes de los átomos) no son sólidas y se comportan como ondas. Pero cuando las sometemos a cualquier observación se transforman en una partícula localizable probabilísticamente. O sea que su naturaleza es dual. Debemos considerar que tanto la palabra onda como la palabra partícula es una analogía para nuestra cotidianeidad. ¿Cómo puede algo comportarse como onda o partícula al mismo tiempo? A este fenómeno incierto los físicos lo han denominado “onda/partícula”
En los átomos, nuestros nuevos científicos, han descubierto que al moverse los electrones de una órbita a otra alrededor del núcleo, no lo hacen a través del “espacio temporal” sino que lo hacen en forma instantánea, desaparecen de una órbita y aparecen en otra. A este fenómeno se la denominó salto cuántico.
Hasta hoy creíamos, con la física clásica, que los atributos de un objeto podían medirse con precisión limitada sólo por nuestra tecnología. En el nivel cuántico, eso no ocurre. Si medimos la velocidad no obtenemos medición precisa de otras propiedades como la posición. Ocurre lo mismo viceversa. A esto se lo ha llamado principio de incertidumbre, y fue formulado por otros de los pioneros de la física cuántica: Werner Heisenberg.
Debemos nombrar a 3 eminencias: Eistein, Pedolsky y Rosen (EPR) y con esas siglas se conoce el experimento que en 1935 trató de dar por el piso a otros de los misterios de la mecánica cuántica: Dos partículas creadas al mismo tiempo son disparadas hacia lados opuestos del universo, luego se les hace algo a una de esas partículas para cambiar su estado; la otra partícula cambiará al instante para adoptar el mismo estado. Esto contradecía al genio de Einstein quien afirmaba que nada podía viajar más rápido que la luz. La idea que un electrón pudiese cambiar instantáneamente, encontrándose del otro lado del cosmos, violaba su principio.
En 1964 John Bell dijo que la afirmación EPR era
correcta. La idea de que algo tiene localidad, es decir que existe en algún
lugar, es incorrecta. Todo es no local. Traducido a nuestro idioma significaba
que todas las partículas están íntimamente vinculadas a un cierto nivel que se
halla más allá “del espacio y del tiempo” Es difícil de digerir… Pensemos, esto
nos está indicando que todo se toca todo el tiempo. El entrelazamiento es uno de
los aspectos más interesantes de la física cuántica. Más tarde, en el año 1965
el físico Henry Stapp expresó que el teorema de Bell es “el descubrimiento más
profundo de la ciencia”
Con esto último podemos ver la enorme coincidencia con las antiguas filosofías orientales, que sin pretender demostrar nada en un laboratorio, supieron desde antaño lo que nuestros físicos están descubriendo en la actualidad. En la India los rishis (entiéndase en nuestro castellano, “los que ven”), recibieron revelaciones de los Vedas (del sánscrito vid, conocer) en una etapa no determinada de nuestra historia, siendo ellos los que más se acercan a los descubrimientos que se realizan con los colisionadores de partículas subatómicas.
Todos estamos entrelazados, y no existe acontecimiento alguno aislado en la infinidad del cosmos.
Gabriel Moschita
Alumno de Sabiduría del Ser
http://www.fabiozerpa.com.ar
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