¿Cómo está modificando el continuo acceso a
Internet un rasgo tan humano, tan definitivo, como la memoria? ¿Cómo inciden
recursos como las redes sociales en la manera en que recordamos y por lo tanto
nos definimos?
“Brain Ocean” – Jonathan McCabe
En sólo unos pocos años, conoceremos a la primera
generación de adultos de la cual cada aliento se haya elaborado a partir del
engrane digital. Una generación para la que todos los momentos clave (por
ejemplo, su nacimiento) se haya documentado y se haya distribuido a nivel
mundial. No sólo los momentos clave, por supuesto, pero también los más banales:
la ensalada que comieron, las imágenes que les causaron gracia, el día que la
pasaron mal en la oficina, viajes a la playa y cachorros.
Estos viajes y momentos no sólo están pasando,
se están convirtiendo en data, y están construyendo la base de datos mundial de
memorias distribuidas. Estuvieron conectados en redes de fotos digitales:
Instagram, Flickr, Cinemagram y Facebook. Tuvieron entradas de blog, y luego
fueron twitts. Fueron mensajes de Facebook, de revistas Dopplr, actualizaciones
en Pinterest, Soundcloud o Last.FM.
Cada vez más y más de estas huellas digitales que
producimos van a ser pasivas o semi-pasivas. Consideremos Loopt, que nos permite
realizar un seguimiento a nuestros amigos a través de GPS. Consideremos la
posibilidad de bots de correo de voz de transcripción que decodifican los
mensajes de voz que dejamos en texto de búsqueda en buzones de correo
electrónico para todala eternidad. Lasiguiente canción que escuchemos
probablemente será almacenada en un registro de alguna database. La próxima vez
que tomemos una fotografía con un teléfono, bien podría estar adaptada para
registrar la latitud y longitud del evento donde tuvo lugar en la metadata de la
foto.
El fuerte aumento en toda está documentación y
registro – ya sea activa o pasiva – está redefiniendo uno de los elementos
centrales de lo que significa ser humano, en términos más claros, el de
recordar. Nos estamos moviendo hacia una cultura que ha externalizado esta
cualidad esencial de la existencia de las máquinas, a una prótesis prolífica y
bien distribuida. Esta infraestructura ha sido estudiada por la neurociencia y
los efectos neuronales que producen al cambiar la plasticidad de nuestros
cerebros y la forma desacelerada de procesar datos a raíz de ella. Muchos en
éste momento estamos conectados parcialmente a éste engrane digital, pero muy
pronto vamos a estar conviviendo con la primer generación adulta cuya vida
entera esté incrustada y enraizada en éste.
En 1992, el artista Thomas Bayrle escribió que
los grandes errores del futuro serán que mientras todo se convierte en digital,
va a empezar la confusión entre memoria y almacenaje. Lo que es importante
acerca de la memoria real y en qué se diferencia de una cámara digital es que la
memoria humana es imperfecta, falible, y maleable. Desaparece con el tiempo en
un ensayo y hace eco en la mortalidad; nuestra capacidad de recordar,
distorsionar y olvidar es una parte esencial que nos hace ser quien somos. Hemos construido la infraestructura que hace que
sea imposible olvidar. A medida que se endurece y se filtra en cada elemento de
la vida cotidiana, hará que sea imposible intentar recordar. Cambiar lo que
significa “recordar” cambia exactamente lo que significa ser.
Existen casos de personas que tienen memoria
episódica perfecta, casos neurológicos extremos, que son precursores de la
cultura memórica en el futuro. Además de buenos recuerdos, cada palabra de
enojo, cada error, cada decepción, cada choque y cada momento de dolor serán
inolvidables. El tiempo no puede curar las heridas para la memoria episódica. No
es posible mirar hacia atrás en el pasado con distancia. Es más como
experimentar todo una y otra vez, y esos recuerdos desencadenan exactamente las
mismas emociones continuamente.
Esto también describe la vida de Steve Mann, que
pasivamente realizó una grabación de su vida a través de computadoras portátiles
durante muchos años. Este es un escenario futuro probable, pero como cualquier
caricatura, se basa en las características humanas que serán cada vez más
reconocibles. El procesamiento, registro y difusión que prefiguraban en la obra
de Mann se integrará en las acciones cotidianas, como twittear, fotos con el
phonecam y los registros de GPS que transmitimos ahora. Todos ellos entrando en
una memoria extendida que es accesible y navegable a donde quiera que
vayamos.
Alguna vez Sócrates se sintió preocupado en como
la escritura afectaría la memoria humana y ahora conocemos la evolución que ha
surgido a partir de ésta tecnología. Es muy posible que una vez más logremos
adaptarnos y que a partir de nuestro almacenamiento surjan nuevas formas de
crecer, conectarnos y transformarnos, pero una de las aristas para la próxima
generación será la imposibilidad de olvidar, y lo difícil que les será recordar.
Lo qué va a cambiar todo será nuestra capacidad de recordar lo que es, fue y que
no fue.
Twitter del autor: Benjamin Malik/@BienMal_
http://pijamasurf.com/2012/11/el-reflujo-de-la-memoria/
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