¿REFLEJAN UNA REALIDAD EN LAS ANTIGUAS CIVILIZACIONES? 1
“Antiguas leyendas de la tribu de Nyoro en
África indican que los primeros humanos vinieron del cielo, parecían camaleones
y fundaron la humanidad”. Esta es una de las leyendas que forman parte de
la extensa literatura y mitología de las antiguas culturas, que están llenas de
relatos de dragones o serpientes que vuelan.
Bastantes civilizaciones de este mundo
remontan su ascendencia a estos seres identificados como dragones o serpientes
voladoras. En la mayoría de los casos son los que llevaron la civilización a la
humanidad y los describen frecuentemente como los dioses que los crearon. El
hombre antiguo se refiere a estos seres como dioses, que podían moverse
libremente por los cielos en sus “carros de fuego” o “barcos
celestiales.”
Aparentemente vivían en una “morada divina” y
descendían a menudo para interferir en los asuntos de los hombres. Hace más de
20 años, el escritor R.A. Boulay escribió su obra “Serpientes y dragones
voladores“, basada en mitos y leyendas de todo el mundo: India, China,
Sumer, Egipto, América, etc… Este artículo resume algunas de sus ideas al
respecto.
En este punto deseo hacer una aclaración
importante: Lo que parecen indicar las tablillas sumerias, el Génesis (derivado
de estas tablillas) y otras evidencias, es que se produjo la creación del Homo
Sapiens por parte de unos seres venidos de otro planeta, mediante la
manipulación genética, algo que hoy en día ya empezamos a estar en condiciones
de hacer y comprender. Sin embargo, esto no contradice ni la teoría de la
evolución ni la idea de que hay un creador inicial de todo lo existente, a lo
que se le suele llamar Dios. Pero parece que los dioses (en realidad no se habla
de un único “dios”) bíblico no son este creador inicial, sino “solo” los
creadores del Homo Sapiens.
A este respecto deseo hacer referencia a la
siguiente frase de D. T. Suzuki, que fue un maestro y divulgador japonés del
Budismo, del Zen y del Shin: El significado del Avatamsaka y de su
filosofía será incomprensible a menos que experimentemos… un estado de completa
disolución, donde no exista diferenciación entre la mente y el cuerpo, entre el
sujeto y el objeto… Entonces miramos alrededor y vemos eso… que cada objeto está
relacionado con todos los demás objetos… no sólo espacialmente, sino
temporalmente… Experimentamos que no hay espacio sin tiempo, que no hay tiempo
sin espacio; que se interpenetran.” . A lo mejor esto es lo que representa
(de una manera parcial, como no podría ser de otra manera) al Todoque
llamamos Dios creador.
Las más antiguas e importantes culturas de
Mesopotamia fueron fundadas probablemente por estos dioses serpientes. La
colonización de este planeta por estos seres se describe en la “lista de los
Reyes Sumerios” (ver otros artículos de este blog sobre Sumer).
Este documento data del tercer milenio antes de Cristo y proporciona la sucesión
de los reyes de Sumer, la duración de sus reinados y el tiempo en que vinieron
sus antepasados. Se les llamaba Anunnaki y se nos dice que descendieron a
la tierra para establecer sus ciudades en la antigua Mesopotamia.
Asombrosamente
hay múltiples datos sobre estas primeras civilizaciones sumerias, que luego
fueron substituidos por los Acadios y las culturas babilónicas. De las
numerosas tablillas, monumentos, y escrituras cuneiformes que han sido
descubiertos en épocas recientes es posible reconstruir de una manera bastante
completa los acontecimientos que transcurrieron en aquella época remota de la
humanidad.
Hay también una gran cantidad de evidencias,
como el Antiguo Testamento, provenientes de la misma fuente, pero que sufrieron
una distorsión. De la combinación de estas antiguas fuentes seculares y
religiosas es posible ensamblar la historia de nuestra ascendencia, que parecen
indicar que descendemos de dioses serpiente o de extraterrestres que colonizaron
la tierra hace muchos miles de años.
Parece que nuestros antepasados comenzaron
a colonizar la tierra para obtener los metales necesarios para su planeta. Para
procesar y transportar estos metales en cargueros aéreos construyeron cinco
ciudades operacionales en Mesopotamia, entre ellas las plataformas de
lanzamiento espacial, que parece estaban centradas en la Península del Sinai. La
gente de sumeria se refería a estos “dioses” como Anunnaki o los hijos de Anu,
su principal dios y líder.
Parece bastante evidente que los Anunnaki eran
una raza extraterrestre. Y según algunos textos todo parece indicar que era una
raza inteligente de origen reptil. Esto no debería sorprendernos, cuando en la
Tierra tenemos constancia de que durante muchos millones de años los saurios
fueron los amos del planeta y que incluso se considera que las aves actuales son
de origen saurio.
En las tablillas sumerias se explica que en un
momento dado requirieron una mano de obra barata y por esta razón crearon al
Homo Sapiens combinando las características genéticas de la raza Anunnaki con
las del hombre primitivo (en otro artículo se trata este tema en mayor
detalle), produciendo el “Adán” del Antiguo Testamento. Por esta razón se
supone que este Adán era mitad humano y mitad reptil. Y sin embargo,
inicialmente no podía reproducirse por si mismo.
Cuando las condiciones
comenzaron a cambiar en la Tierra y el clima se fue volviendo más seco, se hizo
necesario modificar el Adán para adaptarlo mejor al clima variable. El hombre
fue modificado y se le aplicaron rasgos más mamíferos. Ésta probablemente fue
la “caída bíblica del hombre” donde Adán alcanzó el conocimiento o la
capacidad para reproducirse sexualmente. Como resultado de esta modificación
genética, el hombre perdió la mayor parte de su aspecto y naturaleza reptil:
piel brillante, luminosa y escamosa, y adquirió características mamíferas: una
piel suave y flexible, pelo en el cuerpo, la necesidad de sudar y la capacidad
de reproducirse. Ya no corrió más desnudo. Ahora tuvo que usar ropa para su
comodidad y protección. Para todos los propósitos, el hombre ahora era un Homo
Sapiens.
El hombre pronto pobló la Tierra para trabajar
para sus amos Anunnaki. Esta probado por diversas fuente, entre ellas el Antiguo
Testamento, que los “dioses” Anunnaki se aparearon con las hijas del hombre,
produciendo los semidioses y héroes de la antigüedad. Ellos fueron conocidos en
el Antiguo Testamento como los Nefilim. Ellos también realizaban experimentos
genéticos que produjeron formas monstruosas, tal como se refleja en mitos y
leyendas.
La agitación en la tierra se terminó mediante una gran catástrofe
mundial, conocida como el Diluvio Universal. En este tiempo, los dioses se
retiraron de la Tierra en sus naves espaciales, dejando atrás a su descendencia
semidivina para perecer con la humanidad en la gran inundación. Cuando se
empezaron a retirar las aguas, descendieron una vez más para establecer nuevas
ciudades en las llanuras de Mesopotamia.
Apareándose nuevamente con humanos, produjeron
una raza de seres semi divinos para gobernar sus imperio en la tierra. En
resumen, crearon una raza de dioses gigantes y guerreros, los descendientes de
los Nefilim, conocidos por el nombre de Rephaim, que sometieron a la humanidad
por miles de años y luego, alrededor del primer milenio aC., aparentemente
fueron eliminados.
En la antigua Mesopotamia, los dioses residían en templos
situados en la cima de ziggurats, una construcción piramidal. Esta zona estaba
prohibida para la gente normal y solo era accesible para algunos sacerdotes de
confianza. Aquí comían en privado rodeados por cortinas, de modo que incluso los
sacerdotes que los atendían no pudieran verlos comer. Uno se pregunta que
querían esconder con esta privacidad.
En el Antiguo Testamento también se hace
referencia a la necesidad de privacidad de los “dioses”. Durante el Éxodo, la
deidad vivía en una tienda y nunca fue vista por nadie. Y tampoco comía en
público. Instrucciones específicas le fueron dadas a Moisés de cómo preparar el
alimento, que era dejado en una parrilla cerca de las habitaciones de la deidad
para su comida en privado. Estaba prohibido a los humanos el verlos.
A Moisés le
fue dicho rotundamente por su Dios: “No puedes ver mi rostro, el hombre
quizás no me vea y viva.” Y esta prohibición es llevada al extremo a lo
largo de las Sagradas Escrituras. Se convirtió en un mandato de no hacer
“una imagen tallada” parecida a una deidad. De este modo al hombre no
solo le fue prohibido verlos sino incluso ver una representación de dichas
deidades. ¿Podría ser que su aspecto fuese tan extraño y repulsivo que tuvo que
ser mantenido ignorado por el hombre? Si las deidades eran tan superiores y
grandes como indican las Sagradas Escrituras, se entiende que se complacerían en
permitir que el hombre las viese en su magnificencia
Solo a unos pocos privilegiados les fue
permitido el acercamiento a las deidades. En Mesopotamia estaban los semi
dioses, los descendientes del apareamiento de un dios o diosa con un ser humano.
Éstos formaron la aristocracia y tuvieron la confianza de los dioses para
establecer una barrera entre ellos y la humanidad. Pero todo parece indicar que
incluso estos semi dioses tenían un aspecto algo extraño y probablemente tenían
aún ciertas características reptilianas.
El legendario Gilgamesh, por ejemplo,
tuvo algo extraño en su aspecto que le hizo permanecer alejado del hombre
normal. Los patriarcas bíblicos también tenían algo inusual en su aspecto como
se demuestra el comportamiento irracional de Noé cuando fue visto desnudo por
sus hijos. Según la antigua tradición babilónica, descrita por el sacerdote
Beroso, el origen del hombre puede ser atribuida a Oannes, criatura medio
anfibia y medio humana, que salió del Golfo Pérsico para enseñar las artes y la
civilización al hombre. Beroso los llamó “annedoti”, que en griego se traduce
como “los repulsivos“. Él también se refería a ellos como “musarus” que
significa “una abominación” De esta manera, la tradición babilónica
acredita la fundación de la civilización por una criatura que era considerada
una abominación repulsiva. Realmente extraño.
El aspecto reptiliano de los dioses bíblicos
era un secreto bien guardado y solo ocasionalmente es perceptible en el Antiguo
Testamento, como por ejemplo, en la adoración del “seraphim” o la “serpiente de
bronce” durante el Éxodo. Hay muchas más referencias en la literatura religiosa
que forma la base para el Antiguo Testamento. En el Haggadah, en la tradición
judía, revela que Adán y Eva perdieron su “piel brillante y dura” como resultado
de comer la fruta prohibida.
Los Gnósticos, rivales de los primeros cristianos,
relatan que como resultado de comer la fruta prohibida, Adán y Eva adquirieron
conocimiento, parte del cual era darse cuenta que sus creadores eran “figuras
bestiales.”. la realidad es que hemos creado a un tipo de dios en nuestra
imaginación y no de otra manera. De este modo, hemos ocultado la verdadera
identidad de nuestros creadores (en realidad manipuladores genéticos, ya que la
creación inicial sigue siendo un misterio). La mayoría de las mitologías y de
las religiones del mundo se refieren a sus antepasados como las serpientes
voladoras o dragones que trajeron las artes y la civilización a la humanidad.
El
más viejo de los libros chinos, el misterioso “Yih King” afirma que el primer
humano fue formado por la antigua diosa Nu Kua, que parece es el nombre chino de
la diosa serpiente sumeria Ninkhursag. Los primeros emperadores chinos afirmaban
ser descendientes de esta diosa dragón. Las más antiguas y famosas de las epoyas
hindúes, el “Ramayana” y el “Mahabharata,” se refieren al contacto sexual del
primer hombre con los dioses serpiente que eran también sus antepasados. La
mitología centroamericana y africana relatan cómo seres parecidos a serpientes
voladoras y dragones descendieron de los cielos para enseñarles las bases de la
civilización.
Los dragones y las serpientes voladoras, que
han impregnado en gran manera la mitología antigua, ¿eran realmente grandes
saurios que además tenían la capacidad de viajar en sus naves espaciales? ¿Cómo
podían los antepasados ilustrar este hecho excepto proveyéndoles de alas?
Incluso el Antiguo Testamento indica que la serpiente del jardín del Edén era un
reptil, ya que se dice que la serpiente había perdido sus manos y pies como
resultado de la caída del hombre. Entonces se supone que anteriormente tuvo que
haber sido una serpiente o un reptil con extremidades.
Uno de los personajes que ha plasmado a los
dragones en sus obras arquitectónicas es Antonio Gaudí Así, el dragón
representado en su obra de la puerta de la finca Güell es Ladón, fiero guardián
de la entrada del jardín de las hespérides, que fue muerto por
Hércules, según se relata en L’Atlàntida de Jacint Verdaguer. Ese
dragón imponente, de más de cinco metros de envergadura, con fauces y dientes
recortados, alas de murciélago y cola en espiral, sorprende a los turistas por
su ferocidad.
En el otro extremo tenemos al dragón de colorines del Park Güell,
que es Pitón, la serpiente del templo del oráculo de Delfos que, según
la mitología griega, cayó muerta a manos de Apolo, quien la enterró en el sótano
del templo y acabó convirtiéndose en protectora de las aguas subterráneas. Es
realmente sorprendente que en una ciudad occidental como Barcelona puedan
observarse tantos dragones de todos los tamaños, representados como cocodrilos,
serpientes, lagartos, salamandras, reptiles, dragones y saurios en general.
Si
excluimos el lomo de dragón del tejado de la casa Batlló, el más grande resulta
ser el del parque de la Espanya Industrial, de 32 metros de longitud y
150 toneladas de peso, mientras que el más pequeño es una pareja engarzada en
los tiradores de las puertas del Pati dels Tarongers, en el Palau
de la Generalitat. También son reseñables las cuatro dragonas de la
pastelería Foixde Sarrià, ya que son de las poquísimas féminas de
dragón representadas en la ciudad; el famoso dragón chino de la casa de los
Paraigües de la Rambla, un edificio premodernista de Josep Vilaseca; los
cocodrilos sumergidos en las aguas de la fuente de la plaza
Espanya; o las grandes lagartijas gaudínianas del templo de la Sagrada
Família.
Impresionan sus ojos altivos y firmes. La
palabra dragón viene del latín draco, que procede del
griego drákon, a su vez derivado de la voz griega dérkomai,
que significa ‘mirar con fijeza’. Según algunos eruditos, esa cualidad
explicaría su condición de guardián mítico de doncellas y tesoros, combatidos
por dioses, santos o héroes, aunque el combate legendario entre el caballero y
el dragón se vincula a mitos indoeuropeos de lucha entre dioses de la
guerra y eldragón demoniaco bíblico-babilonio.
Para Catalunya, ese
caballero es Sant Jordi, que en 1456 fue declarado patrón por las Cortes
Catalanas, reunidas en el coro de la catedral de Barcelona. Es
también patrón de Aragón, Inglaterra, Portugal, Grecia, Polonia, Lituania,
Bulgaria, Serbia, Rusia y Georgia, entre otros países. De Sant Jordi está más
documentado su culto que su existencia, pero la leyenda lo sitúa en el siglo
III, nacido en Capadocia o Nicomedia, y mártir por decapitación durante la
persecución de los cristianos por el emperador romano Diocleciano. Su leyenda
llegó a estas tierras en el siglo XV.
Algunos dragones de Barcelona aparecen
junto a Sant Jordi, mientras otros ejemplares son orientales y denotan el gusto
por los elementos exóticos de la burguesía catalana en los tiempos del
modernismo. En aquella época la decoración era fundamental, así que los dragones
se representaban en muebles, puertas, joyas y cortinas. Los dragones orientales,
seres sin alas pero voladores, se consideran seres benévolos, cargados de
sabiduría, mientras que los dragones occidentales suelen ser considerados
maléficos. Según el arquitecto Bassegoda, “El dragón es un monstruo
inventado, por lo que cada artista ha podido apelar a su propia imaginación a la
hora de plasmarlo, y por eso son tan diversos”. Pero no todo lo referente a
los dragones puede considerarse simplemente como un elemento decorativo.
La dualidad de la serpiente como fuente deL
bien y del mal puede verse en la religión egipcia, probablemente debido a
ciertos acontecimientos históricos singulares. En los reinos más antiguos la
serpiente es benevolente y está asociada a los dioses y la inmortalidad. Más
adelante, en particular durante la 18 dinastía alrededor del 1.600 aC, la
serpiente se convierte en una criatura siniestra y en objeto de odio y
exorcismo. En este tiempo comenzó el “milenio de los dioses”, que duró hasta
alrededor del año 700 aC, que es la época del advenimiento de la famosa 19
dinastía del nuevo reino, con Seti y Ramsés el Grande. Si la influencia del
planeta Nibiru causó los cataclismos adicionales en esta época, ello coincidiría
con la campaña guerrera de Sargón (de Asiria). Si esto fuera así, explicaría que
en Egipto se dejase de ver a los “dioses serpiente” como benévolos y se los
empezara a ver como siniestros.
En las paredes de las tumbas de las primeras
dinastías la serpiente es representada como una criatura amistosa que el rey
lleva en su espalda hacia el cielo estelar. El rey es llevado por el dios
serpiente a la tierra de la inmortalidad, la tierra de los dioses. Y en este
tiempo la serpiente fue adoptada como símbolo de realeza o divinidad y comienza
a representarse como el áspid divino en el tocado del faraón. Pero en el nuevo
reino, después que los primeros reyes de la 18 dinastía libraron el país de los
odiados Hyksos, la serpiente adquiere un carácter malvado.
Se convierte en un
ser diabólico que debe ser exorcizado en los rituales. Llamado Apep o Apop, es
la manifestación de los Hyksos que invadieron y ocuparon Egipto por centenares
de años. Hay que hacer notar que se supone que los Hyksos invadieron Egipto en
el mismo tiempo en que los israelitas huyeron, es decir, alrededor del 1.600 aC.
Gobernaron Egipto hasta cerca del año 1.000 aC, cuando el Rey Thutmose I de la
18 dinastía los expulsó para siempre y estableció el nuevo reino. Apop era el
primer gobernante Hykso y con sus descendientes reinó desde la 14 hasta la 17
dinastía. Muchas de los gobernantes adoptaron el nombre de Apop y en particular
el último rey Hykso, que fue derrotado por Ahmose y Kamose, los fundadores de la
18 dinastía.
Apop poseía muchos epítetos y en las ceremonias
el objetivo del pueblo egipcio era destruirlo y maldecirlo. Este ritual es una
reminiscencia de la ceremonia “yajna” de los antiguos hindúes, quienes invocaban
varios nombres de serpientes mientras eran lanzadas al fuego. El odio egipcio
hacia los crueles gobernantes Hyksos fue muy profundo, ya que destruyeron
sistemáticamente la cultura y los monumentos egipcios. Veremos que estos
gobernantes eran ni más ni menos que los descendientes de los Rephaim, que a
su vez descendían de los Nefilim antediluvianos, que gobernaron las tierras del
Oriente Medio después del diluvio.
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