Dicen de estos chicos de entre 17 y 32 años, los jóvenes “del nuevo milenio”, que son impacientes, superficiales y egocéntricos, unas características que los estudiosos coinciden en achacar al contexto.Pau Miret, sociólogo e investigador del Centro de Estudios Demográficos de la Universidad Autónoma de Barcelona, se remonta a la infancia de esta generación de jóvenes para encontrar una explicación a su personalidad. “Han tenido una infancia fácil, ligada a un período de expansión económica, lo que les convierte en personas especialmente mal preparadas para la crisis. Han vivido muy dependientes de la familia y, ahora, se encuentran con que han desaparecido todas las prebendas que ellos creían que iban a tener como jóvenes”, explica Miret.
“Ahora es más importante disfrutar del camino que llegar al destino final”, reza el vídeo que, sobre estas líneas, analiza las distintas generaciones de jóvenes. La Generación Y, también conocidos comoMillennials, ha nacido entre 1981 y 1995. Muchos les denominan la generación “perdida”, pero ellos se resisten a ser vistos como una juventud vacía. El idealismo es uno de sus rasgos más característicos.
Guido Stein: “Esta generación ha heredado mucho y sudado poco”
El sociólogo recuerda que en esta misma situación se vieron antes los nacidos en los años 60, que en su juventud se toparon con la crisis del petróleo, a mediados de los 80. Para Miret, es cosa del capitalismo. “Este régimen económico es de extremos, con fases de bonanza y de crisis alternas, lo que provoca el choque entre los valores que se aprenden durante la infancia y los que se encuentran en la juventud”, apunta el investigador.
La generosidad es otra de sus señas de identidad y Guido Stein, profesor agregado de Dirección de Personas en IESE Business School, destaca que este rasgo encuentra su explicación en “la herencia”. “Uno tiene lo que ha sudado y lo que ha heredado. Esta generación ha heredado mucho y sudado poco”, comenta el profesor, que asegura que los jóvenes de ahora son más generosos porque han obtenido las cosas más fácilmente.
El profesor Gerard Costa, doctor en Administración y Dirección de Empresas en ESADE, considera que los más de ocho millones de jóvenes que pertenecen a la Generación Y en España tienen unas características comunes muy definidas. “Sus padres les han inculcado que lo pueden lograr todo en esta vida, les han permitido ser los mejor preparados de la historia y, por eso, sólo hacen lo que creen que debe hacerse. No son materialistas, buscan vivir experiencias satisfactorias y no aceptan limitaciones sociales ni de las empresas”, diagnostica el profesor.
Esperando una plaza de adulto
Los discursos en torno a la juventud vienen de lejos. “En el siglo XX, a partir de los años 50, se institucionaliza como problema social y la sociedad se preguntan qué hacen los jóvenes como método para averiguar las claves del futuro”, señala el sociólogo Enrique Martín, que considera que hablar de “generaciones de jóvenes” es un modo de “inventar un problema”.
En este sentido, para Julio Camacho, director del Observatorio de la Juventud en INJUVE, el problema viene cuando sólo se airean los rasgos negativos. “Si se hace hincapié en estos aspectos, que es lo más frecuente, la opinión que se forma la sociedad adulta sobre los jóvenes se deteriora”, advierte Camacho.
Costa: “La ‘Generación Y’ tiene grandes ideales, pero no ha encontrado un escenario donde desarrollar sus valores”
Entre los rasgos negativos que se destacan de este grupo está el hecho de no haber entrado en el mercado laboral, no haber formado una familia y no contar con un hogar independiente al de sus padres. “Constantemente se echa en cara a los jóvenes no haber realizado estas tres transiciones”, cuenta Pau Miret, que señala que vivir como joven significa estar esperando una plaza de adulto. “Y hoy no existen estas plazas”, añade.
Precisamente el plano laboral representa uno de los principales escollos al que se enfrenta la Generación Y en España. Según una encuesta elaborada por la agencia Omnicom Media Group (OMD), casi el 17% de los parados son chicos por debajo de los 25 años.
En momentos tan difíciles, el reto para estos jóvenes es recuperar el espíritu de sacrificio que tuvieron las generaciones precedentes sin perder el entusiasmo e idealismo que les caracteriza. “No está bien decirle a un chico de estas edades, con todo el futuro por delante, que no va a hacer nada y referirse a su generación como ‘perdida’, porque tan sólo han empezado a escribir su historia”, reivindica Pau Miret.
“No es una generación perdida, sino una generación ganada”, opina el profesor Guido Stein. “Han tenido que readaptarse, todavía tendrán que reinventarse, pero han descubierto que la vida no es un juego y eso les va a hacer madurar. Sin esta crisis nuestros jóvenes habrían sido niños mayores, no habrían crecido nunca”, agrega.
En este punto coincide Costa, que no ve una generación perdida en los jóvenes de hoy, sino una oportunidad desperdiciada. “Unos chicos muy formados, con grandes ideales, que no han encontrado un escenario donde desarrollar sus valores”, se lamenta el profesor.
Por ALICIA RODRÍGUEZ, visto en zoomnews.es
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