La “controversia” alrededor de Monsanto y sus productos es propaganda de diseño esparcida por los grandes medios de comunicación, cooptados, sobornados y financiados por Monsanto.
En el campo científico no existe tal controversia, y mucho menos teniendo en cuenta el contraste diario real e independiente basado en el testimonio de médicos responsables, biólogos moleculares reconocidos mundialmente, agricultores y consumidores.
No existe la necesidad de una agricultura de OGM para saciar el hambre del planeta. Ni tampoco una entidad bancaria reguladora-ejecutora para controlar el suministro mundial de alimentos. Por eso es hora de repetir y desenmascarar la verdad sobre algunos de los mayores mitos en torno a los alimentos transgénicos. No se deje engañar por la propaganda pagada por Monsanto y otras empresas industriales que trabajan para lavarle el cerebro, sin importarles que usted sea de izquierda, derecha, centro, o anarquista. He aquí una lista de mitos con pruebas sólidas:
1. Las semillas transgénicas son estériles. FALSO. Aunque al principio Monsanto distribuyó semillas “Terminator”, abandonó esa practica por razones comerciales internas. Aún así las semillas transgénicas SI tienen una fecha de vencimiento. En la actualidad, obligan a los agricultores mediante contratos y presión judicial, a seguir comprando basura OGM de la empresa Monsanto, y otras. Esto permite a las corporaciones mantener el monopolio sobre el suministro mundial de alimentos. El objetivo de la familia banquera Rothschild, propietaria de Monsanto en las sombras, es que todos los cultivos se basen en semillas patentadas con fechas específicas de vencimiento, Monsanto y sus cohortes podrán cobrar derechos de autor al igual que la familia de Michael Jackson con la canción ‘Thriller’.
2. Los alimentos transgénicos son más ricos o mejores que los productos orgánicos. FALSO. La mayoría de la gente puede saborear la diferencia entre una manzana orgánica y una manzana transgénica venenosa. Las frutillas originales, por ejemplo, tienen un dulce e intenso sabor, son pequeñas y consistentes. Las frutillas transgénicas son enormes y no tienen sabor, según indican granjeros argentinos “parecen infladas con agua”. Incluso las ardillas reconocen la diferencia entre alimentos orgánicos y los transgénicos. Además los alimentos OGM fueron modificados a nivel genético y tienen agregados de otras especies. Los herbicidas aniquilaron todas las vitaminas y otras sustancias que hacen al sabor original.
3. Monsanto no demanda judicialmente a los agricultores que siembran orgánicos pero que son victimas de contaminación transgénica. FALSO. Recientemente, los agricultores orgánicos de Estados Unidos perdieron una batalla contra Monsanto ante el tribunal federal, cuando denunciaron a la empresa por contaminar sus campos orgánicos. La corte de Apelaciones del circuito Federal confirmó mediante un fallo anterior que “los agricultores orgánicos no tienen ninguna razón para intentar bloquear a Monsanto”, y que “Monsanto no es culpable por contaminar con productos biotecnológicos, accidentalmente, la materia orgánica”. Esto es un motivo grave de preocupación para cualquier agricultor honesto y orgánico. Además, y con respaldo de una Ley de firmada por Obama, Monsanto está demandando a los agricultores que almacenan semillas, alegando que violan patentes.
4. Usted puede conservar semillas biotecnológicas y semillas orgánicas o “valiosas” por separado. FALSO. La madre naturaleza siempre mezcla las semillas. El viento, la lluvia, las tormentas, las abejas, Etc, es incontrolable. Recientemente,los agricultores orgánicos de Australia denunciaron la facilidad mediante la cual sus cultivos “se cruzaron” y terminaron contaminados con semillas OGM. Un hecho que ocurrió luego de una tormenta. Cuantos más cultivos transgénicos existan, ocupando extensiones de tierra cada vez más extensas, mayores serán las razones para preocuparse por el suministro de semillas orgánicas.
5. Necesitamos semillas GMO para alimentar al mundo. FALSO. Considere esta declaración de 24 delegados de 18 países africanos dirigida a la Organización para la Agricultura y la Alimentación de las Naciones Unidas:
“Nos oponemos firmemente a que las imágenes de pobres y hambrientos de nuestros países sean utilizadas por grandes empresas multinacionales para impulsar una tecnología que, no es ni segura para la salud humana, ni para el medio ambiente, ni económicamente beneficiosa para nosotros. No creemos que este tipo de empresas o tecnologías genéticas sean capaces de ayudar a nuestros agricultores a producir la comida necesaria para el siglo 21. Por el contrario, creemos que va a destruir la diversidad, la cultura local y los sistemas agrícolas sostenibles que nuestros agricultores desarrollaron durante miles de años, y que por lo tanto, se debilitará nuestra capacidad de alimentarnos de manera independiente”.
Considere también el informe de Anthony Gucciardi, del uno de marzo del 2012, que revela como más de 900 científicos, que trabajan en la ONU, se vieron obligados a admitir que en realidad, la agricultura tradicional superó los cultivos transgénicos de manera significativa.
6. Los alimentos transgénicos son buenos para la salud humana. FALSO.
Hay demasiadas pruebas en esta área demostrando lo contrario, y es directamente insultante que Monsanto sostenga sus mentiras. Francia probó que los OGM-GMO-Transgénicos, producen cáncer. Otra investigación científica demuestra que los transgénicos causan malformaciones congénitas y abortos espontáneos. El maíz transgénico produce insuficiencia de órganos. La lista de efectos dañinos para la salud humana producidos por alimentos modificados genéticamente es larga, y la mayor prueba de esta realidad es la propaganda para taparla. Los OGM incluso cambian nuestro ADN mediante interferencia con los micro ARN.
7. Alimentos transgénicos son buenos para el planeta. FALSO. Se gastan miles de millones de dólares para convencer al público de esta mentira sobre las semillas transgénicas. Pero la ciencia real cuenta una historia diferente. Destruyen la naturaleza, la vida silvestre y hasta a los microorganismos.
Diego Ignacio Mur
Twitter: @DiegoMur
No hay comentarios:
Publicar un comentario