jueves, 29 de enero de 2015

Sobre la libertad y sus implicaciones

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La inmensa mayoría de la sociedad prefiere vivir en la servidumbre porque el Poder – de una élite – le proporciona la seguridad de su supervivencia, el instinto de libertad es remplazado por el de conservación. Por ese motivo prefiere en muchas ocasiones la mentira antes que la verdad debido a los auto-engaños que previamente han interiorizado a veces sin necesidad de agentes externos y otras con la ayuda del adoctrinamiento de éstos para el funcionamiento de un sistema basado en gran medida en la mentira.
Agentes externos en la que se hace presente el Estado que adoctrina al individuo de una forma concreta y directa en base a unas leyes y normas a cumplir.
Por otro lado, la creencia o la sumisión a una Autoridad que es representada y ejercida por el Estado y sus mecanismos de control como los mass media entre otros, sea del tipo que sea, deriva en el consentimiento y perpetuación del sistema en el que vivimos, ya que implica por un lado la obediencia y por otro lado la sinrazón o la no reflexión de los hechos que acontecen en nuestras vidas y que nos afectan en mayor o menor medida, pero que irremediablemente acaban por modificar nuestro pensamiento y finalmente la conducta.
Esta sumisión a la Autoridad es una consecuencia de la carencia de libertad que el hombre no puede llegar a asumir por incapacidad, inmadurez y en última instancia falta también de conciencia individual y colectiva que lo aboca a la dependencia perpetua con todo lo que conlleva.
Este miedo a la libertad y todo lo conlleva -como ser lo suficientemente responsable para hacer un buen uso de ella-, no es otra cosa, que el miedo a los propios instintos del ser humano, que son reprimidos en última instancia por las normas de conducta social preestablecidas por las instituciones como las del Estado, entre otras la escuela o por otro lado, la familia, (que no deja de ser una consecuencia del Estado en general), de este modo se socializa al individuo y se consigue civilizarlo en mayor o menor medida.
La civilización no es otra cosa que la represión en mayor o menor medida también de los instintos, ahora bien, algunos de estos como el sexo, la violencia, la voluntad de poder, tienen que ser administrados por una institución que garantice el orden en la comunidad, de este modo el Estado adquiere la función principal de gestor de los instintos humanos y los adecua al funcionamiento de una sociedad en concreto, en base al carácter de las gran mayoría de los miembros que la integran.
Vemos que las élites de poder que dirigen el Estado asimilan a la sociedad que gobiernan y se funden con ésta en un todo, por lo tanto adquiere una totalidad en cuanto a ente, de aquí que la definición de Estado sea ambigua y no acabe de aclararse del todo correctamente por la mayoría de los políticos e intelectuales.
De todos modos la gestión de las emociones, instintos, o pensamientos del individuo no debería aceptarse siempre como algo sagrado, en el que una Autoridad que se supone competente y en gran medida infalible, y que lo acaba sometiendo a sus designios.

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