En un primer momento, se pensó que no se podría datar la antigüedad de las pinturas debido a que el carbono 14 sólo es válido para restos orgánicos (o anteriormente vivos), y las pinturas de los "wandjinas" estaban realizadas en pigmentos ocres de base mineral.
Fue de forma casual cuando,
Grahame Walsh observando las pinturas de Kimberley, se fijó en un nido de
avispas situado encima de uno de los "wandjinas", y que a primera vista
pensó que era reciente, la curiosidad hizo que lo observara más de cerca,
dándose cuenta de que en realidad era un avispero fosilizado, debido al silicio
que contenía el agua que llenaba todos los poros del avispero.
Walsh supuso que sería posible
calcular la edad del avispero y puesto que el este se encontraba encima de la
pintura, sería al menos de una antigüedad similar. Walsh buscó la colaboración
de Richard Roberts, geólogo especializado en la lectura de los granos de
arena mediante luminiscencia óptica.
Walsh y Roberts viajaron en 1996 a
Kimberley en busca de más fósiles sobre las pinturas, hallando dos de estos
avisperos fosilizados sobre una típica pintura de forma humana o
"wandjina".
Antes del análisis realizado por
Walsh y Roberts, los arqueólogos habían estimado la edad de estas pinturas en
unos 5000 años. Después del análisis se dató que los avisperos tenían unos 17000
años de antigüedad y, lógicamente, la edad de las pinturas debería retroceder
aún más, al estar realizadas antes que los nidos.
La datación de las "grandes" herramientas descubiertas se fijó en unos 100.000 años y los restos fósiles humanos hallados se acercan a una antigüedad de 200.000 años, contradiciendo así lo que la ciencia decía de que los primeros pobladores de Australia habían aparecido como máximo hace unos 65.000 ó 70.000 años.
La datación de las "grandes" herramientas descubiertas se fijó en unos 100.000 años y los restos fósiles humanos hallados se acercan a una antigüedad de 200.000 años, contradiciendo así lo que la ciencia decía de que los primeros pobladores de Australia habían aparecido como máximo hace unos 65.000 ó 70.000 años.
Cuenta una leyenda de los aborígenes
australianos, que una vez se libró una terrible batalla en Uluru durante el
Tiempo de los Sueños, cuando un pueblo conocido como Los Hombres Serpiente
Venenosos, atacó para dar muerte a los pueblos que habitaban la zona, Los
Hombre Serpiente no Venenosos, pero Bulari, la Diosa madre de la Tierra,
logró vencerlos con una nube de gases letales.
Muchos de los Hombres Serpiente,
permanecen encerrados en una prisión bajo el Uluru, el punto más sagrado de toda
Australia, más conocido por el nombre de AYERS ROCK, una enorme colina de
granito que cambia de color durante el día y asombra a cuantos la visitan, por
constituir una de las maravillas del mundo mineral.
AYERS ROCK, lugar de una de las más importantes batallas durante el Tiempo de los Sueños.
Cuenta la leyenda, que aún se
encuentran encerrados en el interior de la montaña los cuerpos de algunos de los
Hombres Serpientes.
En MOON CITY o La Ciudad
Secreta, otros de los puntos sagrados de los aborígenes australianos, también se
libraron duros combates entre el Dios del Sol, que llegó del cielo en una nave y
el Dios de la Tierra.
Los vestigios de estas luchas
quedaron reflejados en los extraños monolitos y formas que se encuentran
diseminados por toda Australia, como AYERS ROCK, MOON CITY o la Montaña de
Muchas Cabezas (Olgas), producto, según la ciencia oficial, de erosiones de tipo
natural. Pero, los aborígenes contradicen esta teoría y aseguran que son los
restos de ciudades construidas por los ARIENTAS y LURITCHAS, seres
que eran mitad hombre y mitad animal.
En MOON CITY, muchos dibujos
rupestres fueron destruidos por los aborígenes para preservar los misterios y
tradiciones de estos
pueblos a la llegada de los occidentales. Ciudades subterráneas, los
YOWIE, una especie de hombres mono, las MIN MIN, luces que
recorren a gran velocidad el desierto Australiano, forman parte también de los
mitos y tradiciones de Australia.
Dibujo de una de las pinturas
rupestres en el Valle del Río Prince Regent. A la izquierda aparece un
extraño ser, que para la opinión de muchos lleva una escafandra
espacial.
Del mismo modo y a la derecha, se
distingue un hombre barbudo con una mitra sobre su cabeza junto con tres mujeres
y un canguro. Tanto el hombre, como las mujeres no se corresponde con ningún
tipo de las razas existentes en Australia, sino más bien parecen proceder de Europa o
Oriente Próximo.
En 1.838, cerca de Glenelg
River, en la región de Kimberley, al noroeste de Australia, fueron
descubiertas gran cantidad de pinturas rupestres de gran tamaño.
Los aborígenes llamaban a las
figuras antropomorfas que aparecen en estos extraños dibujos con el nombre de
WANDJINAS, y aseguraban que no habían sido realizadas por sus
antepasados, sino por unos seres que descendieron a la Tierra en tiempos
remotos.
Los WANDJINAS, fueron seres
sabios que trajeron la civilización y la prosperidad a los pueblos de la zona.
Su símbolo era la Serpiente, al igual que el de otros Dioses del resto del
mundo, como el caso de Quetzalcóatl, la Serpiente emplumada.
En las pinturas de Kimberley
aparecen, entre otras, figuras de seres calzados con sandalias, algo absurdo si
tenemos en cuenta que los aborígenes siempre han ido descalzos. Algunas de las
figuras tienen 3 ó 7 dedos, tanto en las manos como en los pies. A pesar de que
tanto la técnica y el uso de pigmentos de color azul que los aborígenes no
utilizan hacen pensar que ellos no hicieron estos dibujos, los arqueólogos
insisten en que sí fueron realizados por los nativos, y que representan al Dios
de la lluvia.
Básicamente, hay tres tipos de raza
clasificados por los antropólogos:
La raza negra procedente de migraciones de África, os MURRAYANOS que deben su nombre al asentamiento junto al río Murray, de piel clara y que genéticamente procederían de China, y por último los CARPENTARIOS, raza asentada en torno al Golfo de Carpentaria, procedentes en esta ocasión de la India.
Son muy numerosas las
representaciones de WANDJINAS en la región Australiana de Kimberley.
Sus formas y apariencias recuerdan
a otros tipos de pinturas rupestres encontradas en diferentes rincones del
mundo, donde eran adoradas y veneradas por pertenecer a sus Maestros o
Dioses.
Continuando con las leyendas del
Tiempo de los Sueños, en otro tiempo una raza de gigantes vivía en Australia, y
su altura alcanzaba en algunos casos los 5 metros. En mayo de 1.970 fue
descubierta una huella de un pie humano de 59 centímetros de largo por 18 de
ancho. Una impresión en yeso se puede ver en el Mount York Natural
History Museum en Munt, Victoria.
Hachas de mano, mazas, cuchillos y
otras herramientas, cuyo peso oscila entre los 5 y 16 kilos han sido localizados
en excavaciones en las Montañas Azules de Nueva Gales del Sur. Estas
herramientas sólo pudieron ser fabricadas y utilizadas por gentes de estatura y
fuerza descomunal, seres con una talla el doble de la de una
normal.
La datación de estos aperos se fijó
en torno a los 100.000 años.
En Kimberley al noroeste de
Australia, fueron descubiertas en el año 1838, gran cantidad de pinturas
rupestres. La región de Kimberley se encuentra
en el extremo más septentrional del Oeste de Australia. Es una zona remota, tan
poco poblada como visitada, con grandes ríos y magníficos paisajes de tonos
rojizos.
Entre las pinturas descubiertas
sobre las rocas llaman especialmente la atención las de unas figuras de gran
tamaño, llegando a
medir hasta seis metros, y con unos rostros blancos y sin boca. Sus cabezas están rodeadas por uno
o dos semicírculos en forma de herradura con unas líneas finas que parece
irradia el círculo exterior.
Los aborígenes dan a estas figuras
el nombre de "wandjinas", y aseguran que no fueron realizadas por sus
antepasados, sino que fueran hechas por los propios seres a los que representan
cuando éstos descendieron a la Tierra en tiempos muy antiguos. Los "wandjinas" fueron unos
seres que trajeron la civilización y la prosperidad y, al igual que otros dioses
del resto del mundo antiguo, su símbolo era la serpiente
emplumada. En estas pinturas aparecen figuras
de seres calzados con sandalias (cuando los aborígenes siempre han ido
descalzos), variando el número de dedos de las manos y de los pies de 3 a
7.
De todas la figuras, destaca una
que representa a un hombre, vestido desde los pies hasta la cabeza con una
túnica de color rosa, con un circulo doble rodeando su cabeza, también de color
rosa y oro, y sobre la zona de color rosa, una especie de inscripción con 6
letras o números escritos en un alfabeto totalmente desconocido.
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