La primera vez que vi este vídeo recordé las experiencias de Castaneda con animales de poder, a través de los que Don Juan pretendía enseñarle a parar el mundo y ver otra realidad donde es posible comunicarse con coyotes, venados, polillas y lagartijas. El vídeo me conecta con la impecabilidad del guerrero en el camino del conocimiento para adquirir poder y penetrar por la raja entre los mundos. La arquera es impecable y tiene el poder para ello.
A esto se refería el psicólogo A.Maslow al hablar de las
experiencias cumbre, cuando nos encontramos en un estado de plena
atención, absorción y fascinación, y la percepción se halla libre de
juicios. Momentos fuera del espacio y el tiempo en los que
percibimos plenamente la esencia de la vida.
Se experimenta admiración, rendición, respeto, humildad, gozo, amor y compasión. De forma espontánea brota gratitud hacia la Vida, el destino o Dios, y emerge un amor integrador que todo lo abarca. Se experimenta el fluir y desaparecen las defensas y el control, muere el ego. En ese estado de conciencia se resuelven las paradojas de la vida. Entonces todo es posible, incluso el extraordinario encuentro entre la libélula y la arquera.
Desde la perspectiva budista, la arquera representa el espíritu del Bhodissatva: un ser despierto y con el corazón abierto, en armonía con la naturaleza, comprometido en salvar a todos los seres.
La libélula comparte con la mariposa el simbolismo del renacimiento y la inmortalidad. En Japón la libélula es símbolo de éxito, felicidad, fuerza y coraje. Representa también la incertidumbre e inestabilidad por su revoloteo y rápidos movimientos. Para los nativos norteamericanos simboliza la ilusión, el cambio, el espíritu libre y salvaje.
La imagen de la libélula exalta el poder creativo y la imaginación. Rodeada de un aura de fantasía, el aleteo de sus alas inspira pensamientos sobre hadas y un mundo mágico. El espíritu de la libélula nos susurra la necesidad de hacer conscientes nuestros sueños, necesidades y deseos. Nos conecta con la magia, la vulnerabilidad y la alegría del niño interior.
El espíritu de la libélula representa la sabiduría, la regeneración, la iluminación. Invita a reflexionar sobre los cambios que necesitamos realizar, los velos ilusorios que hemos de rasgar para facilitar nuestro proceso de transformación.
Via Revista Namaste
Se experimenta admiración, rendición, respeto, humildad, gozo, amor y compasión. De forma espontánea brota gratitud hacia la Vida, el destino o Dios, y emerge un amor integrador que todo lo abarca. Se experimenta el fluir y desaparecen las defensas y el control, muere el ego. En ese estado de conciencia se resuelven las paradojas de la vida. Entonces todo es posible, incluso el extraordinario encuentro entre la libélula y la arquera.
Desde la perspectiva budista, la arquera representa el espíritu del Bhodissatva: un ser despierto y con el corazón abierto, en armonía con la naturaleza, comprometido en salvar a todos los seres.
La libélula comparte con la mariposa el simbolismo del renacimiento y la inmortalidad. En Japón la libélula es símbolo de éxito, felicidad, fuerza y coraje. Representa también la incertidumbre e inestabilidad por su revoloteo y rápidos movimientos. Para los nativos norteamericanos simboliza la ilusión, el cambio, el espíritu libre y salvaje.
La imagen de la libélula exalta el poder creativo y la imaginación. Rodeada de un aura de fantasía, el aleteo de sus alas inspira pensamientos sobre hadas y un mundo mágico. El espíritu de la libélula nos susurra la necesidad de hacer conscientes nuestros sueños, necesidades y deseos. Nos conecta con la magia, la vulnerabilidad y la alegría del niño interior.
El espíritu de la libélula representa la sabiduría, la regeneración, la iluminación. Invita a reflexionar sobre los cambios que necesitamos realizar, los velos ilusorios que hemos de rasgar para facilitar nuestro proceso de transformación.
Via Revista Namaste
No hay comentarios:
Publicar un comentario