La drogadicción masiva en el Ejército de EE.UU. puede ser parte de una inhumana experimentación farmacológica. Los soldados inducidos a consumir estupefacientes sirven de conejillos de indias para luego licenciarse con sus derechos restringidos.
Así lo muestra una investigación periodística emprendida por el portal Infowars.com.
Un testigo que aparece en un video del portal , el sargento Joseph Biggs, reveló como una nueva tendencia el consumo irreflexivo del Percocet. Este medicamento recetado se basa en la oxidona, un analgésico derivado del opio, que provoca una severa dependencia.
El aspecto poco denunciado del escándalo vinculado al consumo de esta y otras drogas bajo prescripción médica por las tropas estadounidenses es que los soldados “son en muchos casos forzados a tomarlas”, afirma Infowars. Ellos no pueden negarse a tomar las píldoras sin sufrir consecuencias por parte de sus superiores.
Son los médicos militares quienes suministran los estupefacientes y siguen los casos de la dependencia sin ayudar a combatirla, para luego enviar sus reportes a los fabricantes de los fármacos peligrosos.
En general el abuso de las drogas en las tropas de EE.UU. ha llegado a un nivel epidémico. En 2010 alrededor del 20% de los militares sometidos a un estudio tomaba algún tipo de droga psicotrópica: antidepresivos, antipsicóticos, sedativos hipnóticos u otras sustancias controladas. Las cifras más recientes muestran que el número de los efectivos que suspendieron el test de drogadicción ha subido un 82% en la Fuerza Aérea y un 37% en el Ejército de Tierra desde 1999.
Una tercera parte de la totalidad de los suicidios en el Ejército se atribuyen a los efectos secundarios de la medicación. Y el ciclo del abuso de las drogas no termina cuando los soldados se licencian, recuerda el sitio Infowars.
Una vez enganchados a los medicamentos prescritos, los veteranos se ven obligados a visitar a los psicólogos, quienes los diagnostican con trastornos mentales para poder suministrarles legalmente las drogas y alimentar la dependencia. Eso convierte a los veteranos en unos ciudadanos de segunda clase, ya que se les priva del derecho a poseer armas al ser pacientes con un síndrome postraumático.
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