sábado, 21 de septiembre de 2013

¿De dónde surge el mundo de los sueños?

NUEVO ESTUDIO SUGIERE QUE EL IMPULSO A SOÑAR MIENTRAS DORMIMOS PODRÍA VENIR DE UN REFLEJO BÁSICO DEL TALLO CEREBRAL, NO DE REGIONES CON MAYOR RANGO EN EL CEREBRO.

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Hay decenas de teorías que han tratado de explicar por qué, cuando cerramos los ojos y entramos en el sueño, nuestra mente desata historias extrañas que van cambiando sin ninguna aparente relación entre sí. Pero por más común que sean, no existe una ciencia definitiva que determine por qué soñamos. ¿Los sueños son producto de la imaginación o de algún reflejo en el cerebro?
Un grupo de investigadores franceses sugieren que básicamente, los sueños son generados por el tallo cerebral, la parte del cerebro que se conecta con la médula espinal y juega el papel de regular el sueño; un proceso ascendente más que un resultado de las altas funciones del cerebro.
El estudio observó a pacientes con déficit de auto-activación, un síndrome caracterizado por apatía extrema. Las personas con déficit de auto-activación pierden la habilidad de activar espontáneamente cualquier proceso cognitivo o emocional. Reportan que no tienen ningún pensamiento en lo absoluto (si es que eso es posible), y a esto se le llama “vacío mental. Y si estas personas no tienen pensamientos espontáneos, ¿sueñan?
Se les pidió a los trece sujetos con déficit de auto-activación y a otros trece sujetos sanos que llevaran un diario de sus sueños, los cuales fueron analizados en cuanto a su duración, complejidad y extrañeza. No todos los pacientes con déficit reportaron haber soñado, pero los que lo hicieron (4 de 13) tuvieron sueños más cortos y menos raros que los que estaban sanos. Reportaron sueños como estar rasurándose o caminando, en lugar de soñar que Nick Cave se enamora de ti o que el sombrero de una señora se convierte en pájaro.
El hecho de que los pacientes que “no tienen pensamientos espontáneos” durante el día puedan tenerlos cuando están dormidos sugiere que soñar puede ser un proceso ascendente; esencialmente un reflejo. Pero la simplicidad con la que sueñan y la falta de resonancia emocional de sus sueños sugiere que se necesitan procesos de un orden mayor para crear los escenarios que la mayoría de la gente encuentra en sus sueños.
A esta versión reducida de los sueños se opone un caudal histórico que  ha otorgado un significado especial a las imágenes y símbolos que se desenvuelven en los sueños. Famosamente, en la Odisea, Penelope, distingue dos tipos de sueños: aquellos que son ilusorios y pertenecen al depósito de ruminaciones cotidinas triviales, y aquellos que tienen un origen profético –sueños que se originan en un mar profundo de raíces que penetran (según Jung) en la mente colectiva. ¿Son los sueños sólo residuos y reflejos de un mundo perfectamente explicable, aunque ruidoso, o son justamente aquello que nos conecta con un mundo mucho más amplio y misterioso?

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