Las últimas décadas de desarrollo de la agricultura mundial van inseparablemente unidas a fenómenos como los transgénicos y los pesticidas.
Los expertos están alarmados por la creciente cantidad de monstruosas malas hierbas que invaden los campos debido al aumento de los pesticidas usados para cultivos transgénicas.
“El problema vinculado con las malas hierbas resistentes a los pesticidas está creciendo y se intensifica especialmente con aquellas que se vuelven resistentes a distintos productos, incluido el pilar de la agricultura del siglo XXI, el herbicida glifosato”, sostiene Bryan Young, profesor de sistemas agrícolas de la Universidad deIllinois del Sur en la reunión anual de la Sociedad Estadounidense de Química que se celebró a primeros de septiembre en Indianápolis.
Los participantes de la reunión buscan nuevas soluciones al problema después de que la agricultura se desarrollara durante más de quince años a base del uso del principal herbicida de Monsanto RoundUp, basado en el glifosato.
Los expertos contemplan un conjunto de medidas, entre ellas la introducción de nuevos pesticidas como el 2,4-D, de la compañía Dow Chemical, que contiene el Agente Naranja usado durante la guerra en Vietman, y se perfila como la principal alterntiva al glifosato.
“Semillas de destrucción”
Según el portal globalresearch.ca, el escritor estadounidense F. William Engdahl denuncia en su libro ‘Semillas de destrucción: La agenda escondida de las manipulaciones genéticas’, la existencia de “un mundo diabólico” de política lucrativa, de corrupción gubernamental y de coacción que se sirve de la manipulación genética para obtener el control sobre la producción de alimentos en el mundo.
El autor llega a la conclusión de que la historia de los transgénicos es inseparable de familias como Rockefeller y personalidades como George Kennan, Henry Luce, Averell Harriman, que crearon el concepto mismo del “agronegocio” multinacional.
Ellos financiaron la “Revolución Verde” en el sector agrícola de los países en desarrollo con el objetivo, entre otras cosas, de crear nuevos mercados para los fertilizantes petroquímicos y derivados del petróleo, así como para ampliar la dependencia de los productos energéticos.
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