LA DEA CLASIFICA A LA CANNABIS O AL LSD COMO SUSTANCIAS “POTENCIALMENTE MÁS PELIGROSAS“ QUE LA COCAÍNA O LA HEROÍNA, SIN DEMOSTRAR CONCLUYENTEMENTE POR QUÉ ESA CATEGORIZACIÓN. SEGÚN MAPS, ES TIEMPO DE QUE LAS DROGAS SEAN UN ASUNTO DE SALUD Y DE CIENCIA Y NO DE CRIMEN Y CASTIGO
Esta semana, la Alianza sobre Políticas de Drogas (DPA) y la Asociación Multidisciplinaria para Estudios Psicodélicos (o MAPS, por sus siglas en inglés) emitieron un reporte que da cuenta de la forma en que la DEA ha impedido la investigación de la marihuana con fines terapéuticos desde hace al menos 40 años.
El reporte (que puede consultarse aquí) utiliza casos de estudio que datan de 1972 a la fecha, además de múltiples testimonios sobre la manera en que la agencia antidrogas de E. U. ha obstruido la investigación científica sobre marihuana y otras sustancias catalogadas como ilegales o potencialmente peligrosas.
A pesar de que la marihuana ha probado reducir los espasmos en pacientes con esclerosis múltiple o procurar el hambre en pacientes con distintos tipos de cáncer, la DEA sigue catalogando a la cannabis dentro de la categoría I, que dentro de los parámetros de la agencia implica que la sustancia no tiene aplicación médica, es “sumamente peligrosa” y provoca “dependencia psicológica o física potencialmente severa.”
Ha sido este “potencialmente” que la DEA misma no puede explicar lo que ha dificultado la investigación sobre otros usos terapéuticos de la cannabis y otras sustancias de la categoría I como la heroína, el LSD, el éxtasis y el peyote. De manera interesante, la DEA coloca en la categoría II (sustancias con “menos potencial adictivo”) a sustancias como la cocaína, las metanfetaminas y el opio. Estas tres sustancias fueron usadas médicamente en el pasado y –a pesar de que ningún médico de la actualidad prescribiría la cocaína como anestésico– su pasado de laboratorio hace que la DEA las considere menos peligrosas que la marihuana o el LSD.
El reporte de la DPA y MAPS recomienda que la DEA deje de estar a cargo de la clasificación de las drogas, pues se trata de una agencia de justicia y persecución criminal, no capacitada para sopesar los riesgos y potenciales de una sustancia; la jurisdicción para estas operaciones debería recaer en alguna división gubernamental relacionada con la salud o la investigación científica.
Desde 1999, sólo 15 estudios independientes sobre marihuana se han llevado a cabo.
MAPS es actualmente la única organización en el mundo que investiga el uso de MDMA en veteranos de guerra que sufren de estrés postraumático, además de realizar continuamentecampañas de información acerca de la investigación actual sobre cannabis y otras drogas con fines terapéuticos.
Sean Dunagan, antiguo investigador de inteligencia en la DEA, afirmó en una entrevista que la correcta categorización de las sustancias ilegales “es un asunto importante que va más allá de la marihuana”. Dunagan, hoy miembro de Law Enforcement Against Prohibition, dice que la DEA se ve a sí misma como un bastión de la (fallida) guerra contra las drogas “atorada en la retórica de los ’80″.
“Existen muchas otras drogas [además de la cannabis] que tienen muchísimo potencial médico y que no se están administrando. Uno tiene que imaginarse”, concluye Dunagan, “qué tipo de drogas está usando la gente cuando no se les da acceso a estas.”
Esta semana, la Alianza sobre Políticas de Drogas (DPA) y la Asociación Multidisciplinaria para Estudios Psicodélicos (o MAPS, por sus siglas en inglés) emitieron un reporte que da cuenta de la forma en que la DEA ha impedido la investigación de la marihuana con fines terapéuticos desde hace al menos 40 años.
El reporte (que puede consultarse aquí) utiliza casos de estudio que datan de 1972 a la fecha, además de múltiples testimonios sobre la manera en que la agencia antidrogas de E. U. ha obstruido la investigación científica sobre marihuana y otras sustancias catalogadas como ilegales o potencialmente peligrosas.
A pesar de que la marihuana ha probado reducir los espasmos en pacientes con esclerosis múltiple o procurar el hambre en pacientes con distintos tipos de cáncer, la DEA sigue catalogando a la cannabis dentro de la categoría I, que dentro de los parámetros de la agencia implica que la sustancia no tiene aplicación médica, es “sumamente peligrosa” y provoca “dependencia psicológica o física potencialmente severa.”
Ha sido este “potencialmente” que la DEA misma no puede explicar lo que ha dificultado la investigación sobre otros usos terapéuticos de la cannabis y otras sustancias de la categoría I como la heroína, el LSD, el éxtasis y el peyote. De manera interesante, la DEA coloca en la categoría II (sustancias con “menos potencial adictivo”) a sustancias como la cocaína, las metanfetaminas y el opio. Estas tres sustancias fueron usadas médicamente en el pasado y –a pesar de que ningún médico de la actualidad prescribiría la cocaína como anestésico– su pasado de laboratorio hace que la DEA las considere menos peligrosas que la marihuana o el LSD.
El reporte de la DPA y MAPS recomienda que la DEA deje de estar a cargo de la clasificación de las drogas, pues se trata de una agencia de justicia y persecución criminal, no capacitada para sopesar los riesgos y potenciales de una sustancia; la jurisdicción para estas operaciones debería recaer en alguna división gubernamental relacionada con la salud o la investigación científica.
Desde 1999, sólo 15 estudios independientes sobre marihuana se han llevado a cabo.
MAPS es actualmente la única organización en el mundo que investiga el uso de MDMA en veteranos de guerra que sufren de estrés postraumático, además de realizar continuamentecampañas de información acerca de la investigación actual sobre cannabis y otras drogas con fines terapéuticos.
Sean Dunagan, antiguo investigador de inteligencia en la DEA, afirmó en una entrevista que la correcta categorización de las sustancias ilegales “es un asunto importante que va más allá de la marihuana”. Dunagan, hoy miembro de Law Enforcement Against Prohibition, dice que la DEA se ve a sí misma como un bastión de la (fallida) guerra contra las drogas “atorada en la retórica de los ’80″.
“Existen muchas otras drogas [además de la cannabis] que tienen muchísimo potencial médico y que no se están administrando. Uno tiene que imaginarse”, concluye Dunagan, “qué tipo de drogas está usando la gente cuando no se les da acceso a estas.”
No hay comentarios:
Publicar un comentario