© AFP Anne-Christine Poujoulat
La eliminación o inhibición de la TC21, la proteína responsable del desarrollo del cáncer de mama y de la metástasis de pulmón, frena ambas enfermedades malignas, según científicos españoles. Afirman que la medida no causa daños al organismo.
Los resultados del estudio preclínico, financiado por la Asociación Española Contra el Cáncer, fueron presentados por Xosé R. Bustelo, investigador del Centro Superior de Investigaciones Científicas, en una rueda de prensa y publicados en la revista ‘Nature Communications’.
Al inhibir la TC21 en ratones, los investigadores descubrieron que esta medida no solo detiene el aumento de los tumores de mama más comunes y de la metástasis de pulmón, sino también ayuda a frenar dos subtipos de cáncer de pecho más difíciles de tratar debido a su alta malignidad: el Her2 y los triples negativos.
Los científicos indicaron que la inhibición de la proteína mencionada no perjudica al organismo y actualmente la investigación se centrará en hallar inhibidores de la TC21.
También los investigadores especificaron que las terapias crónicas o muy largas basadas en la inhibición o inactivación de la TC21 hacen que el tumor desarrolle mecanismos de resistencia. Sin embargo, ya fueron determinados los mecanismos moleculares que pueden desencadenar esa resistencia, “lo que significa que también se podrán desarrollar estrategias terapéuticas para prevenirla”, afirmó Bustelo.
“Es un camino largo que supone años de estudio y de multitud de fases y pruebas hasta llegar a una terapia efectiva” en personas, pero “vale la pena apostar por ello”, concluyó el científico.
Los científicos indicaron que la inhibición de la proteína mencionada no perjudica al organismo y actualmente la investigación se centrará en hallar inhibidores de la TC21.
También los investigadores especificaron que las terapias crónicas o muy largas basadas en la inhibición o inactivación de la TC21 hacen que el tumor desarrolle mecanismos de resistencia. Sin embargo, ya fueron determinados los mecanismos moleculares que pueden desencadenar esa resistencia, “lo que significa que también se podrán desarrollar estrategias terapéuticas para prevenirla”, afirmó Bustelo.
“Es un camino largo que supone años de estudio y de multitud de fases y pruebas hasta llegar a una terapia efectiva” en personas, pero “vale la pena apostar por ello”, concluyó el científico.
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