En Uruguay, como en otros países de la región, el cultivo de transgénicos genera rechazo por sus afectos sobre la economía tradicional y el medio ambiente.
Organizaciones No Gubernamentales (ONG) de todo el mundo han llamado al Día Internacional contra Monsanto, a la que se suma Uruguay, un país que está siendo fuertemente afectado por el cultivo de transgénicos y por el uso de agrotóxicos asociados, de los que la empresa es la mayor representante a nivel mundial.
Uno de los argumentos que los defensores de los transgénicos utilizan es que éstos podrían ayudar a combatir el hambre en el mundo, cosa que los activistas desmienten.
Otra de las graves consecuencias es que estos cultivos desplazan paulatinamente los pequeños productores autóctonos, que se ven obligados a vender o arrendar sus tierras a los grandes propietarios.
Otros de los reclamos es que no existe en Uruguay todavía a nivel nacional, una legislación que obligue a las empresas a etiquetar los alimentos elaborados transgénicos, tal como existe ya en muchos países. El consumidor tiene derechos a estar informados, ya sea por motivos de salud, ambientales u otros, para poder decidir si quieren o no, consumir estos productos.
Rotunda condena de la sociedad paraguaya a las malas artes de Monsanto
El pueblo de Paraguay se sumó en masa a la campaña mundial contra Monsanto, transnacional que pone en el mercado semillas transgénicas y otros productos para la alimentación modificados artificialmente sin someterlos antes a estudios sobre las alteraciones, quizás irreversibles, que los mismos puedan causar en los hombres, mujeres, niños y ancianos que los consuman. Inés Franchesqueli habló a la TV acerca de las malas artes de que se vale Monsanto para monopolizar cultivos y comercialización paraguayos.
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