Vencido por la dura batalla, aquel guerrero yacía exhausto sobre el barro. Su rostro mostraba síntomas de dolor, de tristeza, de desconcierto y amargura; todo lo que cualquier alma solitaria, perdida en el abismo, experimenta en lo más profundo de su ser. Se sentía derrotado, sometido, aplastado...
De repente, abrió sus ojos, recordó quién era y por qué estaba luchando; se incorporó con arrojo y, haciendo acto de una solemnidad escalofriante, desplegó sus majestuosas alas y batiéndolas con determinación logró volar hacia la luz.Nunca te rindas. Despliega tus alas…
Jorge Ramos
Visto en Preparémonos para el Cambio
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