domingo, 20 de octubre de 2013

¿TE HAS CUESTIONADO TUS CREENCIAS ALGUNA VEZ?

¿CÓMO PODEMOS SABER CUÁNDO ESTAMOS INTERPRETANDO LA REALIDAD DE FORMA EGOCÉNTRICA, DESDE NUESTRO EGO, Y CUÁNDO LO ESTAMOS HACIENDO DESDE NUESTRA ESENCIA, POR ASÍ DECIRLO? 


Hay que partir de una premisa muy simple: que la salud, la satisfacción, el bienestar y la felicidad son el estado natural de nuestro ser, mientras que lo antinatural son la enfermedad, la insatisfacción, el malestar y el sufrimiento. A partir de ahí, tan solo hemos de escuchar las señales que nos manda nuestro cuerpo para saber si estamos alineados con lo natural y verdadero o con lo antinatural y falso.

Dado que la realidad y todo lo que en ella acontece es objetivo y neutro, cada vez que experimentamos emociones como el miedo, la ira y la tristeza significa que nuestra interpretación ha sido egocéntrica y, por tanto, subjetiva, falsa y errónea…\

Por ejemplo, todos sabemos que al tocar el fuego nos quemamos. Pues bien, el dolor físico es la señal que nos advierte de que el fuego es dañino para nuestro cuerpo físico. Y, gracias al dolor, no lo volvemos a tocar. Pues lo mismo pasa con el sufrimiento emocional. La experiencia del malestar es un indicador muy fiable de que nuestra manera de ver, comprender e interpretar lo que nos sucede es equivocada y, en consecuencia, improductiva e insostenible.

EL MALESTAR NOS ADVIERTE DE QUE LA FORMA EN LA QUE ESTAMOS VIENDO LAS COSAS ES DAÑINA PARA NUESTRA SALUD EMOCIONAL.
Por eso se aprende y se madura tanto a través del sufrimiento y de la enfermedad, pues son un camino para llegar a comprender cómo vivir alineados con nuestra verdadera naturaleza, entrando en contacto con un bienestar y una felicidad duraderos…

¿QUÉ DIFERENCIA HAY ENTRE DOLOR Y SUFRIMIENTO? ¿NO SON LO MISMO? No, y es importante que aprendamos a diferenciarlos. Por ejemplo, si de pronto una persona me pegara una bofetada, está muy claro que sentiría dolor, ¿No?

Pues bien. Mientras que el dolor es inevitable, el sufrimiento es opcional. Una cosa es que la bofetada me duela físicamente. Y otra bien distinta, que sufra emocionalmente por ello. Frente a la bofetada mi ego podría reaccionar, poniéndose a la defensiva, preparándome para devolvérselo. 

Está muy claro que podría enfadarme y canalizar mi enfado con esa persona de forma agresiva. Pero, como hemos visto, lo importante no es lo que nos pasa, sino la interpretación y la actitud que tomamos frente a lo que nos pasa. Haciendo uso consciente de mi responsabilidad, es decir, de mi capacidad de dar respuesta, también podría simplemente aceptar el cachete, restándole importancia, o incluso riéndome de lo sucedido. En este caso habría decidido aguantar el dolor, renunciando al sufrimiento.

 Y lo mismo sucede, por ejemplo, con un dolor de cabeza. Yo puedo quejarme, maldecir mi mala suerte o luchar contra el dolor, provocándome así la experiencia del sufrimiento. O puedo simplemente aceptar que tengo dolor de cabeza, tumbándome en la cama para descansar o directamente tomarme una aspirina. Como veis, el dolor es siempre físico y el sufrimiento es siempre emocional: lo creamos en nuestra mente en función de lo que pensamos acerca de lo que nos sucede. Así que, lo queramos ver o no, sufrir es una elección personal.

SI TODO LO QUE SUCEDE ES NEUTRO Y OBJETIVO Y NUESTRA VERDADERA NATURALEZA ES EL BIENESTAR Y LA FELICIDAD, ¿POR QUÉ LOS SERES HUMANOS TENEMOS LA MANÍA DE INTERPRETAR LAS COSAS QUE NOS PASAN DE FORMA EGOCÉNTRICA, HACIÉNDONOS DAÑO A NOSOTROS MISMOS CONSTANTEMENTE?

Lo que nos hace sufrir no tiene nada que ver con lo que nos pasa, sino con lo que pensamos e interpretamos de lo que nos pasa. Así que nuestro esfuerzo no debe centrarse en cambiar nuestras circunstancias, sino nuestra manera de mirarlas e interpretarlas. Como hemos dicho anteriormente, sufrimos al no ver cumplidos nuestros deseos y expectativas.


Es interesante comprender que nuestras interpretaciones egocéntricas son una consecuencia de funcionar según una serie de creencias erróneas que nos limitan. Desde que nacemos somos condicionados por la influencia de nuestros padres en particular y de la sociedad en general, lo que con el tiempo va conformando nuestro sistema de creencias. Es como el traje que cubre nuestro ego. 

Y a pesar de las buenas intenciones con las que fuimos condicionados, estas directrices están fundamentadas en la ignorancia y la inconsciencia heredadas de generación en generación… Basta con decir que detrás de cualquier experiencia de malestar se esconde una creencia limitadora, que a su vez condiciona nuestra manera de ver, comprender e interpretar lo que nos pasa…

Por supuesto. Solemos creer que seremos felices cuando las cosas nos vayan bien, ¿No es cierto? Por eso nos centramos en todo lo que sucede fuera de nosotros mismos: intentamos triunfar a toda costa en el trabajo, queremos que los demás tengan una buena opinión de nosotros y tratamos de conseguir las cosas que deseamos. Pues bien, ¿Por qué hacemos todo? Porque en nuestro sistema de creencias se ha instaurado una idea errónea y limitante: que nuestra felicidad depende de circunstancias y factores externos…

SIN EMBARGO, LA PARADOJA ES QUE LAS COSAS NOS EMPIEZAN A IR BIEN CUANDO APRENDEMOS A SER FELICES POR NOSOTROS MISMOS, MEDIANTE UN FIRME COMPROMISO CON NUESTRO AUTOCONOCIMIENTO Y DESARROLLO PERSONAL. Y ESTE PROCESO PASA IRREMEDIABLEMENTE POR CUESTIONAR NUESTRAS CREENCIAS, QUE EN REALIDAD SON IDEAS, NORMAS, VALORES Y CONVENCIONES DE SEGUNDA MANO…
Además, este cuestionamiento es el que nos llevará a conocer la verdad. Por “verdad” me refiero a toda aquella información que, puesta en práctica, nos permite obtener los resultados de satisfacción que deseamos obtener. Y hay tantos caminos para llegar a la verdad como seres humanos existen en este mundo. Con respecto al crecimiento personal, la verdad es la felicidad, la paz interior, el amor…

 “VERDAD ES TODO PENSAMIENTO QUE DEJA PAZ Y ARMONÍA EN NUESTRA MENTE Y TODO ACTO QUE DEJA PAZ Y ARMONÍA EN NUESTRO CORAZÓN”.

Así, mientras que la verdad es hija de nuestra esencia, la mentira es hija de nuestro ego. Y para saber por cuál de las dos estamos optando en cada momento, basta con verificar cómo nos sentimos por dentro. Nuestra biología es muy sabia. Tan solo hemos de aprender a comprenderla y escucharla.

Lo cierto es que detrás de cualquier experiencia de bienestar se hallan la comprensión y la sabiduría. Es decir, que frente a cualquier persona y ante cualquier situación, si somos capaces de mirar lo que nos sucede con más consciencia y objetividad, encontraremos la manera de que nuestra interpretación nos permita preservar nuestro equilibrio. Solo en base a este cambio interno podemos empezar a tomar externamente la actitud y la conducta más conveniente en cada momento.

De ahí que sea tan importante cuestionar lo que nos han vendido como cierto y liberarnos de las mentiras que actualmente pueden estar contaminando nuestro sistema de creencias. 

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