Se inyectan tinta en la capa escleral. “Mi familia tenía miedo de que lo hiciera, pero a mí me gusta”, dice una tatuada.
Se lo conoce como tatuaje escleral o eyeball tattoo, y es una moda que se inició hace un par de años en otras partes del mundo. En la Argentina comienza a ganar adeptos, y los especialistas alertan sobre sus consecuencias.
“Me colocaron unas gotas de anestesia y luego me pincharon varias veces. Se siente una presión en el ojo cuando la tinta se esparce”. Así relata su experiencia Patricia López, que decidió tatuarse de color fucsia sus ojos. Es fotógrafa, vive en Avellaneda y hace un año un tatuador venezolano le realizó el cambio en sus ojos.
“Elegí un color femenino y me gustan más así. No recuerdo cómo eran mis ojos antes. Para mí es normal tenerlos tatuados; mi vista no cambió en absoluto”, dice.
“Luego de los pinchazos tenía los ojos un poco hinchados. El color quedó concentrado y al otro día se emparejó. Mi familia tenía miedo por mi salud, pero entendieron que es algo que elijo porque me gusta y lo considero bueno para mí”, explica y cuenta que recibe consultas de otros que como ella quieren modificar sus ojos.
Distintos oftalmólogos consultados por PERFIL advierten acerca de los riesgos y alertan sobre las posibilidades de que esta práctica pueda provocar una disminución visual con el paso del tiempo, e incluso ceguera.
“Las inyecciones pueden ser difíciles de controlar. Una punción demasiado profunda, o muy superficial implica distintos riesgos. Esa capa del ojo mide un milímetro de espesor. Puede ser algo devastador. También se corre el peligro de que la tinta se propague sin control en el glóbulo ocular, lo cual es irreparable”, sostiene Carlos Daponte, presidente del Consejo Argentino de Oftalmología.
En distintos sitios online dedicados al tema se explica el método como un acto de pocos pasos, donde se colorea el globo ocular mediante inyecciones de tinta.
Para el licenciado en Psicología Alejandro Schujman, “llegar a tatuarse el ojo, que es la parte más sensible del cuerpo, denota un trastorno serio de personalidad”. Y agrega: “En estos casos hay autoflagelación, ya que elegir pintarse los ojos es algo que no está en nuestra genética”.
Stop. La moda ya es furor en Venezuela, Colombia e incluso en Brasil, donde buscan limitar esta práctica. El diputado Rogério Mendonça Peninha sostiene en un proyecto de ley que el tatuaje escleral “es un riesgo muy serio” y explica que su postura no es un prejuicio en contra de las prácticas individuales, ni desea imponer un estándar de comportamiento o estético, sino la protección de la salud de las personas que puedan estar en forma temeraria e imprudente, a un paso de la mutilación.
“Lo hicimos en San Pablo, Brasil. Somos de los primeros en probar esta técnica. Ya tenemos experiencia en modificarnos el cuerpo y creemos que cada uno decide qué hacerse o no”, sostiene Víctor Peralta, quien junto a su esposa Gabriela, son una pareja conocida en el mundo por su gran cantidad de “modificaciones físicas” e incluso figuran en el récord Guinness. Entre ambos suman más de cincuenta piercings, implantes corporales y dentales, expansores en las orejas, un centenar de tatuajes, y ambos tienen los ojos “pintados”.
“Tengo uno verde y otro azul, y mi esposa, ambos negros. Nos gustó probar la técnica y confiamos en quien nos tatuó. No tenemos temor a lo que pueda pasar”, dice.
Además de poder tatuarse colores y dibujos en el globo ocular, existe la posibilidad de implantarse unas pequeñas joyas de platino.
El procedimiento, denominado SafeSight Eye Jewellery, consiste en realizar una pequeña incisión en la parte conjuntiva del ojo (membrana transparente externa) para insertar una delgada pieza de joyería. En total, se tarda unos diez o quince minutos, y el precio en las clínicas estadounidenses ronda los 4 mil dólares.
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