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Según un nuevo estudio, las posibilidades de morir por sobredosis de marihuana son mucho menores que por alcohol y tabaco.
Consumir marihuana es 114 veces más seguro para la salud que tomar el alcohol, según un nuevo estudio publicado por la revista ‘Scientific Reports‘. En efecto, según la investigación, el alcohol es una droga más peligrosa, por lo menos cuando se trata de la posibilidad de morir por una dosis letal.
La metodología del estudio se basa en la comparación de una dosis letal con la cantidad que una persona consume en promedio, y los cálculos muestran que es bastante más difícil llegar a una sobredosis fumando marihuana. Por el contrario, el alcohol, la heroína y la cocaína son las drogas más mortales.
Los investigadores subrayan que la “gestión de riesgos debe centrarse en el alcohol y eltabaco”, ya que a pesar de ser más peligrosos, son legales y fácilmente accesibles.
Sin embargo, el estudio ha desatado mucha polémica entre los profesionales del sector médico ya que está demostrado que el consumo de marihuana genera cambios estructurales en el cerebro y problemas mentales.
Un estudio titulado “Theoretical aspects of autism: Causes–A review”, publicado en la revista científica Journal of Immunotoxicology por la doctora Helen Ratajczak en el año 2011, establece una posible relación entre los ingredientes de la vacuna triple vírica (sarampión, paperas, rubeola) y el desarrollo de autismo.
Una de las posibles causas, según la Dra. Ratajczak, se debería al ADN humano utilizado en las vacunas, incluídas las células de tejido pulmonar extraído de fetos abortados.
Inicialmente, los fabricantes de vacunas usaron timerosal (que contiene mercurio) en la mayoría de las vacunas infantiles, pero posteriormente empezaron a elaborar vacunas utilizando tejido humano para hacer crecer los virus, como el sarampión y la varicela.
Ratajczak observó una correlación entre la introducción de ADN humano en la vacuna triple vírica y el autismo, lo que sugiere una posible relación. También observó un incremento adicional de casos de autismo en 1995, justo después de que los fabricantes de vacunas comenzaran a cultivar la vacuna contra la varicela en tejido fetal humano.
Según Ratajczak, el ADN en las vacunas es absorbido por las células humanas y se recombina en su genoma, pudiendo causar daños cerebrales.
Esta es una noticia de la que no se ha hablado demasiado, a pesar de ser de una importancia capital en el mundo de la Ciencia y la Tecnología.
Los científicos de Google han creado el primer programa de ordenador capaz de aprender una amplia variedad de tareas de forma independiente, en el que es considerado como el primer paso significativo hacia la verdadera Inteligencia Artificial.
El programa, llamado AGENT, aprendió a jugar a 49 antiguos juegos diferentes de ordenador, desarrollando sus propias estrategias para ganar.
En el futuro, el mismo enfoque podría utilizarse para crear coches autoconducibles, asistentes personales para teléfonos inteligentes o llevar a cabo investigaciones científicas en campos diferentes, que abarquen desde el cambio climático a la cosmología.
La investigación fue llevada a cabo por DeepMind, la compañía británica adquirida por Google el año pasado por 548 millones de euros (400 millones de libras), cuyo objetivo declarado es crear “máquinas inteligentes”.
Demis Hassabis
Demis Hassabis, fundador de la compañía, ha declarado: “Este es el primer peldaño importante de esa escalera que nos conduce a un sistema de aprendizaje general que realmente funcione. El programa es capaz de adoptar tareas que incluso los seres humanos encuentran difíciles. Es el primer paso de este bebé hacia ese objetivo grandioso y tan importante”
El trabajo es visto como un salto de gigante respecto a los intentos anteriores de crear Inteligencia Artificial, como fueron el programa Deep Blue, que venció al famoso jugador de ajedrez Gary Kasparov en 1997 o el programa Watson de IBM, que ganó el concurso de televisión Jeopardy! en 2011.
Garry Kasparov contra Deep Blue
En estos dos casos anteriormente mencionados, las computadoras fueron pre-programadas con las reglas del juego y las estrategias específicas para ganarlo y superaron al rendimiento humano gracias a una potencia de cálculo enorme.
“En el caso de Deep Blue, fue el equipo de programadores y grandes maestros los que destilaron los conocimientos necesarios que después se introdujeron en el programa”, dice Hassabis. “En este caso, sin embargo, hemos construido algoritmos que aprenden a partir de cero”.
Al programa AGENT, simplemente se le da una entrada de información en bruto, formada por los píxeles que componen la pantalla de juegos de Atari y provista de un marcador con la puntuación.
Cuando AGENT empieza a jugar, simplemente observa los frames del juego y va pulsando los botones al azar, para ver qué pasa. “Es un poco como un bebé que abre los ojos y ve el mundo por primera vez”, afirma Hassabis.
AGENT utiliza un método de aprendizaje llamado “aprendizaje profundo” para convertir la entrada de informaciones visuales básicas en conceptos significativos, reproduciendo la forma en que el cerebro humano procesa la información sensorial en bruto y la transforma en una rica comprensión del mundo. AGENT está programado para trabajar en lo que es significativo a través de un “aprendizaje por refuerzo”, la noción básica del cual es que interpreta que sumar puntos es algo bueno y perderlos es algo malo.
Tim Behrens
Tim Behrens, profesor de neurociencia cognitiva del University College de Londres, ha declarado que:“Lo que han hecho es realmente impresionante, no hay duda. Han hecho aprender a AGENT a través de conceptos basados simplemente en la recompensa y el castigo. Nadie había hecho algo así antes”
En los videos proporcionados por Deep Mind, podemos ver a AGENT empezando por hacer movimientos al azar y sin éxito al principio, pero después de 600 centenares de rondas de entrenamiento (dos semanas de tiempo de computadora), el programa ya ha descubierto como funcionan los juegos.
En algunos casos, AGENT desarrolló estrategias ganadoras que ni los propios investigadores habían considerado, como realizar un túnel a través de los lados de la pared en eljuego Breakout o en un juego basado en submarinos, permanecer profundamente sumergido todo el rato.
Vlad Mnih
Vlad Mnih, uno de los miembros del equipo de Google detrás del proyecto ha dicho que:“Definitivamente resulta divertido ver como las computadoras descubren cosas que tú o habías descubierto por ti mismo”
Hassabis no llega a calificar esto como un “paso creativo”, pero dijo que demuestra que las computadoras pueden “resolver las cosas por sí mismas” de una manera que normalmente se considera como únicamente humana. “Las máquinas algún día serán capaces de expresar formas de creatividad, pero aún nos falta un camino por recorrer para llegar ahí”
Por su parte, el profesor Behrens afirma que viendo a AGENT aprender por sí mismo, a uno le deja la impresión de que “hay algo humano en ello”, probablemente debido a que está pidiendo prestado del ser humano el concepto de ensayo y error, uno de los principales métodos de aprendizaje de los seres humanos.
El estudio, publicado en la revista Nature, mostró como AGENT llegó a actuar a niveles correspondientes al 75% o superior a los niveles propios de un probador de juegos profesional, al menos en la mitad de los juegos probados, que incluían juegos de disparo, boxeo o carreras de coches en 3D.
En algunos juegos, como Space Invaders, Pong o Breakout, el algoritmo superó significativamente a los seres humanos, mientras que en otros le fue mucho peor.
Los investigadores sostienen que esto se debe sobretodo a que el algoritmo, de momento, no tiene ninguna memoria real que le permita crear estrategias a largo plazo que requieran planificación.
Con algunos de los juegos, por ejemplo, esto significó que AGENT se quedó atascado en un bache, pues había aprendido una forma básica de anotar puntos, pero no había llegado a comprender el objetivo general del juego.
El equipo ahora está tratando de construir un componente de memoria para el sistema y aplicarlo a los juegos de ordenador en 3D más realistas.
Elon Musk
El año pasado, el empresario estadounidense, Elon Musk, fundador de empresas como Tesla Motors o PayPal y uno de los primeros inversores de Deep Mind, describió la Inteligencia Artificial como la mayor amenaza para la existencia futura de la humanidad:
“A menos que tengas acceso a los trabajos de grupos como Deepmind, no tienes ni idea de lo rápido que se está desarrollando la Inteligencia Artificial”, afirmó Musk. “Corremos el riesgo de que suceda algo grave en un plazo de cinco años. Diez años como máximo”
Sin embargo, el equipo de Google restó importancia a sus preocupaciones: “Estamos de acuerdo con él, existen riesgos que deben tenerse en cuenta, pero aún estamos a décadas de distancia de cualquier tipo de tecnología de la que tengamos que preocuparnos”, afirma Hassabis.
Traducido por Lady Laura para Periodismo Alternativo
La biotecnología no solo contamina nuestros alimentos (¡ Respiremos hondo!).
Gracias al uso masivo de herbicidas en todo el planeta, seguramente hemos inhalado una dosis del herbicida mejor vendido de Monsanto, Roundup, según el último estudio del US Geological Survey publicado en la revista Enviromental Toxicology and Chemistry.
La sustancia química que compone el Roundup, conocida como glifosato, así como otras sustancias químicas “inertes”se encontraron en las muestras de aire y lluvia analizados en el rio Mississippi en 2007 , el gran rio que atraviesa EEUU y es el que recibe el agua procedente del drenaje de cientos de explotaciones agrícolas.
Se evaluaron numerosos pesticidas usados en ese momento a través del agua y el aire recogidos desde 1995 hasta 2007 en la época de crecimiento de los cultivos a lo largo del Delta del Mississipi. Si el hecho de que el 75% de las muestras contuvieran Roundup, no es lo suficiente alarmante, hay más:
- Roundup era preponderante (en aire y lluvia) así como otros 37 compuestos tóxicos.
- Se encontró glifosato en el 86% de las muestras de aire y en el 77% de lluvia.
- En 1995 se detectaron siete compuestos y en 2007 cinco, presentes en más de la mitad de las muestras de aire y lluvia en ambos años.
- En otros estudios realizados que prueban la presencia del glifosato en la orina, sangre y leche humana, se asegura que se aplicaron dos millones de kilos de esta sustancia a través del estado (Louisiana) en 2007 o que el 55% del uso de hebicida durante ese año es el culpable de la prevalencia de este compuesto .
Lo que es sorprendente es que estos resultados no se han hecho públicos hasta 2015. Si los datos son correctos esto revelaría que ha habido un aumento de concentraciones (18) de glifosato en las muestras de aire y lluvia en solo doce años, y seguramente más desde que se tomaron las muestras, esto significa que nuestros cuerpos han estado expuestos al ataque de las toxinas biotecnológicas no solo en la comida, sino en el aire que respiramos y el agua que bebemos hace más de una década.
A más tiempo de exposición a los tóxicos, más enfermedades , estas toxinas tienen un efecto sinérgico acumulativo cuando se asocian a otros tóxicos. Si quieres suspirar de alivio, tendrás que luchar contra la biotecnología, no sólo están envenenando la comida.
¿AZUL Y NEGRO O BLANCO Y DORADO; DE QUÉ COLOR ES ESTE VESTIDO? ESA ES LA CUESTIÓN QUE DIVIDE AL MUNDO HOY EN DÍA
Este vestido –¿azul y negro o blanco y dorado?– casi rompe el internet. Entre la banalidad, el glam y la guerra perceptual de proporciones globales, ha polarizado la red. El mundo parece dividirse entre aquellos que ven este vestido como azul con encaje negro o blanco con encaje dorado y algunas personas que se mueven en zonas liminales y lo ven azul y naranja y variaciones por el estilo. Así oscilando, involucrando lo mismo a raperos y popstars que ha científicos, psicólogos y críticos de medios. Tiene algo de ridículo, pero por otro lado es un ejemplo interesante de la teoría del color y la percepción y cómo construimos la realidad interpretando ondas electromagnéticas.
Diferentes longitudes de onda corresponden a diferentes colores: la luz entra a la retina y los pigmentos encienden conexiones neurales que procesan una imagen, llegando a la conclusión de decir que este vestido es azul y negro o sus ojos son verdes, por ejemplo. Generalmente nuestro sistema visual decodifica la luz que rebota de los objetos y sustrae el color a parir de las longitudes de onda de la luz, por lo que podemos llegar aparentemente a una percepción real y común de las cosas. Sólo que esto no siempre es así, ya que existen diferencias individuales en cómo se percibe el color y la mente proyecta sus propias cualidades.
“Tu cerebro siempre está confrontado con un problema. Cuando ves un objeto, la luz que ven tus ojos desprendiéndose de un objeto depende de dos cosas: cómo está iluminado el objeto y las propiedades intrínsecas del objeto. Así que tu cerebro siempre está trabajando detrás de escenas para descubrir el color verdadero de un objeto”, dice David Williams de la Universidad de Rochester. En este caso hay la suficiente ambigüedad como para que algunas personas asuman que el vestido tiene una iluminación nocturna (una luz fluorescente) y otras una iluminación diurna (la luz del sol).
La imagen original en el centro. A la izquierda, un balance a blancos como si el vestido fuera dorado y blanco. A la derecha, un balance a blancos como si fuera azul y negro.
Algo similar concluye la neurocientífica Bevil Conway: “Lo que está pasando aquí es que tu sistema visual está mirando esta cosa y estás tratando de descontar el sesgo cromático del eje de la luz del día. Algunas personas descuentan el lado azul, en cuyo caso acaban viéndolo blanco y dorado, o descuentan el lado dorado, en cuyo caso lo ven negro y azul”. Conway cree que el prejuicio blanco dorado conlleva la idea de ver el vestido bajo una fuerte luz diurna. “Podría apostar que las personas más nocturnas tienen mayor tendencia a verlo azul-negro”.
Y sí, el vestido es azul, o al menos eso dicen los científicos. Pero si tú lo ves blanco y dorado, ¿acaso eso no significa que es blanco y dorado?… ¿Se puede separar la percepción de la realidad; acaso no es la percepción la que construye la realidad, o existe un mundo independiente y objetivo donde este vestido es siempre azul, donde unos ven la realidad y otros alucinan?
¿REALMENTE CREES QUE TUS PENSAMIENTOS SON SÓLO TUYOS? UN ESTUDIO AYUDA A DILUCIDAR CÓMO CONSTRUIMOS LO QUE PENSAMOS DE MANERA INTERDEPENDIENTE CON EL ENTORNO
La concepción moderna de un individuo libre y racional se basa en la noción de que ejercemos libremente nuestro pensamiento, y es este librepensar lo que nos hace individuos, lo que nos otorga nuestra existencia individual. Suponemos que aquello que somos, que está ligado a aquello que pensamos, es algo que surge de nuestra propia individualidad, de nuestra razón que delibera con autonomía. La esencia del individualismo es que la esencia es individual y por lo tanto cada uno define su propia existencia, es amo y señor de su destino, no necesita de transferencia u otredad. Esta es la asunción fundacional de nuestra cultura cartesiana, pero aunque ha sido capaz de construir los sólidos edificios de la ciencia y la tecnología, separando bloque tras bloque de la masa informe o de una especie de ápeiron indiferenciado, sus bases no son tan sólidas como creemos.
La idea de que mis pensamientos son sólo míos y estoy solo en mi cabeza hermética –con mi alma o mi conciencia en los confines del cerebro– puede ser fácilmente discutida. Una visión sistémica cuestiona seriamente el paradigma del racionalismo que al atomizar el mundo en innumerables fragmentos para analizarlos y verlos a detalle sin el ruido de sus relaciones también proyecta este modelo a la herramienta que utiliza para hacer el análisis: la mente humana (el experimento afecta al experimentador). Es parte del dogma de nuestra civilización creer que contamos con una especie de blindaje –una cabeza dura– que nos protege del medio ambiente en el que vivimos. Creemos, en pleno ejercicio de nuestra razón, que somos dueños de nuestro fuero interno y tenemos una frontera clara y definida que impide que los pensamientos de los demás o del mundo se cuelen. Y si esto sucede, si una voz ajena se filtra, esto es el síntoma por antonomasia de una patología o al menos de una mente débil que se deja influenciar, como si esta influencia del entorno pudiera ser evitada por una mente más fuerte.
Consideremos un sencillo ejemplo de cómo factores externos nos obligan a pensar cosas que no queremos. Investigadores de la Universidad de San Francisco pidieron a un grupo de participantes que observaran una imagen –por ejemplo, un sol– pero que evitaran pensar en la palabra que corresponde a esa imagen o en el número de letras que tiene esa palabra. Los investigadores notaron que alrededor de 80% de las veces, las personas automáticamente conjuraban la palabra “sol” en su mente y un 50% de las veces contaban hasta 3 en silencio.
En primera instancia se nos puede escapar el profundo significado de este estudio. Nuestra experiencia cotidiana está anegada de estas señales que provocan y esculpen nuestros pensamientos. Desde la publicidad con la que nos encontramos constantemente o los contenidos de los medios que consumimos hasta la comunicación interpersonal y señales más sutiles del ambiente; todo esto, en cierta manera controla nuestro flujo de conciencia de manera externa y en contra de nuestra voluntad. El mundo nos da tanto o más el pensamiento de lo que nosotros lo producimos. Los estímulos que percibimos en el mundo se vuelcan hacia dentro –nuestra piel y nuestra psique son permeables– y nos in-forman (aunque luego no logremos distinguir de dónde viene esa información que se convierte en la sustancia de nuestro pensamiento, res cogitans).
“Nuestros pensamientos conscientes parecen estar protegidos de nuestros alrededores, pero descubrimos que están mucho más estrechamente ligados al ambiente externo de lo que nos damos cuenta, y tenemos menos control de lo que vamos a pensar el siguiente momento”, dice Ezequiel Morsella, autor del estudio. Los investigadores hablan de una “maquinaria inconsciente” generadora de muchos de los pensamientos que tenemos.
Evidentemente la investigación citada no significa que estemos siendo controlados telepáticamente o que en este momento estemos recibiendo vibraciones mentales que se apoderan de nuestra conciencia o simplemente nos hacen inclinarnos a pensar esta u otra cosa. Simplemente lo anterior, si lo tomamos en su más amplio ramillete de significados, nos habla de que existe una gran cantidad de estímulos, la mayoría de los cuales son inconscientes, que participan en la generación de cada pensamiento, que hacen que surja a la superficie este pensamiento y no aquel. Esto no sólo ocurre en el laboratorio, ocurre cada instante como resultado de habitar en el mundo, en un sistema abierto de alta densidad informativa. Es evidente que ver un anuncio en la calle nos sugiere un pensamiento, pero también el sonido del viento, el calor de este día o el espacio y la iluminación de esta habitación nos provocan pensamientos con ciertas cualidades que no son del todo arbitrarias y que no están sólo en nosotros, sino que están en las cosas. Los anuncios y los programas que vemos suelen provocarnos pensamientos más literales, mientras que los paisajes, los rostros y el arte suelen propiciar pensamientos metafóricos. De esta relación entre el estímulo –ora más explícito, ora más sutil– y su transformación en un cierto tren de contenido mental es que podemos decir que el pensamiento es permanentemente una cocreación entre el mundo y la mente (y seguramente también las emociones del cuerpo), cuyas barreras se disuelven en los bucles de retroalimentación de la información.
En ocasiones algunas personas suelen creer descubrir pensamientos ajenos, intrusos psíquicos que corren por su mente. Se suele decir “ese pensamiento no es mío” o “algo se me metió”. Y, como hemos visto, esto parece ser algo común y corriente. Es decir, muchos pensamientos vienen de fuera. Pero, son tantos los pensamientos cuya génesis está en factores ambientales externos, la mayoría de los cuales escapan al umbral de nuestra conciencia, que parece sumamente difícil separar esos pensamientos específicos, extranjeros incómodos, que se infiltran en nuestra conciencia. La porosidad es demasiada y a última consecuencia nos lleva necesariamente a redefinir lo que es “externo” e “interno”, de nuevo disolviendo las fronteras. Asimismo esto cuestiona la naturaleza misma del pensamiento: tal vez el pensamiento es algo que existe solamente como un flujo nodal, una sustancia circulatoria que se trasvasa entre recipientes, una señal que existe a nivel cuántico y la mente es sólo el transistor más sofisticado que conocemos para procesar y retransmitir esta señal. Dicho esto, la intuición de que en ocasiones existe una enajenación o una especie de violación y posesión de la psique es una sensación tan extendida entre diversas personas y culturas, que no debemos de desdeñarla. Si bien acaso sólo sea una variación en intensidad de algo que ocurre siempre en mayor o menor medida –una conversación que siempre está corriendo, pero que sólo a veces sintonizamos conscientemente. En otros tiempos se creía que los dioses y los espíritus de los muertos constantemente intervenían en nuestras vidas y que las musas y los ángeles inspiraban ideas y enviaban mensajes; hoy este mismo efecto de posesión y comunicación es considerado la manifestación inequívoca de una psicopatología.
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“Somos lo que pensamos”, dice el Dhammapada, texto atribuido a Buda. Ciertamente “somos lo que pensamos”, el pensamiento va esculpiendo poco a poco, como las gotas de agua que caen sobre una piedra, nuestra realidad, pero lo que pensamos (y quien piensa) es un colectivo, una ecología de conciencias, una serie de relaciones, una red de afectaciones, de reflejos y proyecciones. Somos, entonces, el mundo: inmanencia colectiva.