jueves, 12 de febrero de 2015

Mentiras entrelazadas

Mentiras entrelazadas que se alimentan las unas a las otras, que se hacen más y más fuertes con el tiempo. Mentiras que sustentan nuestro modo de vida, en definitiva, mentiras que se convierten en nuestra vida.
Contra todo pronóstico creencias absurdas basadas en nada se transmiten de generación en generación y forman parte ya del ADN de nuestra sociedad, facilitando así el sinsentido por el que transitamos y que nos acerca cada día un poquito más a la extinción como seres humanos racionales.
Es demasiado complejo para mí hablar de todas ellas y de cómo se entrelazan y se hacen más fuertes; pero sí quiero hablar de unas pocas que me parecen importantes.
1-      La vida hay que ganársela
Esta sentencia aparentemente inocua es tan cruel como una sentencia de muerte. Al dar por asumido este hecho nos negamos nuestra propia libertad y nos atribuimos el papel de esclavos a perpetuidad.
Esta mentira es tan antigua como los sistemas de dominación humana y, por supuesto, es uno de los puntales de dichos sistemas. Curiosamente (esto es irónico claro) esta afirmación ha sido fomentada y alzada a la posición de dogma incuestionable por aquellos que jamás han tenido la necesidad de ganarse nada, aquellos a los que todo les ha venido dado. Mención especial merece la jerarquía religiosa que tanto ha hecho por difundir esta mentira con su “ganarás el pan con el sudor de tu frente”.
Esta “obligatoriedad” de ganarse la vida tiene unas consecuencias terribles. Legitima la aberración de que para la inmensa mayoría de la humanidad la única forma de acceso a la riqueza es mediante el trabajo, mayoritariamente asalariado, es decir, para vivir hay que venderse y/o prostituirse. Nosotros mismos mutilamos nuestra vida al NO reconocer que por el mero hecho de existir somos acreedores de una vida digna donde la subsistencia y las necesidades básicas no sean motivo de preocupación.
Una vez instalada esta creencia y su mecanismo de esclavitud, la espiral se hace cada vez mayor puesto que a través del trabajo (y el miedo a no tenerlo y por tanto a no poder ganarnos la vida) nos vemos atados de pies y manos a la hora de poder articular cualquier proyecto de vida fuera de los cauces establecidos para nosotros.
2-      Vive como si no hubiera mañana
Esta afirmación en apariencia bienintencionada lleva intrínsecamente ligado un mensaje que se está revelando como letal para el futuro inmediato.
En la etapa actual de la humanidad se ha impuesto una visión de la vida que podríamos llamarpresentismo que ha sido parte fundamental de la llamada sociedad de consumo y que ha contado con el respaldo y el impulso de toda la maquinaría capitalista a través de los medios de comunicación, de la publicidad, mediante cantidad de pseudo ciencias centradas en la obtención de la felicidad inmediata, etc…
Esta forma de vivir centrada en el presente ha posibilitado que nos encontremos al borde de un colapso generalizado tanto en muchas de la materias naturales sobre las que basamos nuestro modo de vida como en la racionalidad que se supone caracteriza a la especie humana.
Así constantemente nos parece increíble cómo los grandes depredadores del capitalismo actúan sin pensar en las próximas generaciones y no somos capaces de ver que en la mayoría de las ocasiones nosotros hemos hecho lo mismo, a nuestro nivel y con la pequeña incidencia que eso tiene en el conjunto resultante; aunque lo importante del caso es que repetimos exactamente los mismos patrones. Esta falta de conciencia sobre los efectos que los actos en el presente tienen en el futuro nos ha traído hasta donde estamos situados en la actualidad: al borde del precipicio sin posibilidades claras de dar marcha atrás.
3-      La tecnología nos hará libres
Cuando la máquina se incorporó al universo laboral se vendió la idea de que ésta nos liberaría de la carga que suponía el trabajo y nos abriría un mundo nuevo donde desarrollarnos a nivel personal y social debido al tiempo libre que íbamos a disfrutar a partir de entonces.
Muchos años después, no sólo no hemos sido liberados por la máquina, si no que ésta se ha introducido en todos los ámbitos de nuestra vida hasta hacernos absolutamente dependientes de ella. Nos esclaviza en el trabajo convirtiéndonos en piezas sobrantes de un sistema humillante de trabajo, nos impone un ritmo de vida enloquecedor que nos desconecta de cualquier realidad… Para suplir esto, nos ofrece una realidad virtual en la que creamos universos paralelos con supuestos amigos y amantes donde todo es falsa apariencia.
Hemos pasado de la anunciada libertad a la esclavitud aberrante que nos lleva a vivir a través de ella. Existen ya generaciones de seres humanos que no conciben la posibilidad de vivir sin una cantidad alucinante de artilugios absolutamente innecesarios para la vida pero que se han convertido en imprescindibles y que marcan la línea de la exclusión social en muchos casos. La máquina ha ascendido al panteón de los dioses modernos ocupando un lugar destacado a la derecha del dios Dinero.
Estas son sólo algunas de las mentiras que sustentan un modo de vida artificial, deshumanizador y totalmente embrutecedor. Soy consciente de que hay muchas más y de que las implicaciones entre ellas son mucho más complejas.
Sin embargo no puedo dejar de pensar en que la lucha por la verdad en estas cuestiones sí sería una batalla que valdría la pena librar.
Lamentablemente, estas mismas mentiras son las que nos llevan a luchas parciales y devastadoras para los que se implican en ellas que, en el mejor de los casos, nos dejan con el sabor agridulce del que sabe que ha conseguido una pequeña victoria a costa de hundirse un poco más en el lodo.

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