jueves, 30 de enero de 2014

El auge de la magia: aumenta la demanda de brujos en Rusia

En la televisión, Internet y otros medios rusos abundan los anuncios de servicios esotéricos. Por un modesto precio se promete recuperar a la pareja perdida, neutralizar a la competencia de un negocio, impulsar la carrera profesional, etc. En otras palabras, se ofrece todo aquello que resulta difícil, si no imposible, conseguir por las vías habituales.


Un 25% de los rusos gastan su dinero en servicios esotéricos, según una encuesta en línea realizada por una compañía rusa. Solo en Moscú la facturación oficial de los brujos y parapsicólogos (es decir, la de aquellos que pagan impuestos) oscila entre 8 y 10 millones de dólares, de acuerdo con la Comité de Salud del gobierno municipal.

Los analistas de este ‘sector’ y la historia misma demuestran que sus servicios son solicitados prácticamente por todas las capas de la población, mientras que, según los resultados de un sondeo en línea realizado por la compañía Agama, 252 de las 991 personas encuestadas habían utilizado servicios esotéricos y otras 67 estaban planeando recurrir a magos en un futuro próximo.
Antecedentes históricos
En el remoto año 1779 a la ciudad de San Petersburgo, la lujosa y presumida capital del Imperio ruso, llegó un “coronel del Ejército español, doctor, un verdadero mago y gran maestro”, el ‘conde Alessandro Cagliostro’. En realidad se llamaba Giuseppe Balsamo, y era de origen tan extremadamente humilde que apenas sabía escribir, hablaba mal el francés y tenía un fuerte ‘deje’ siciliano cuando hablaba italiano. Su ignorancia y su falta de educación saltaban a los ojos. Sin embargo, estas circunstancias no le impidieron al ‘mago y adivino’ engañar a la ‘ilustrada’ nobleza rusa.
Giuseppe vendía pócimas de amor y elixires de la eterna juventud, y demostró ser un gran experto en ventriloquía. Pero el día que el brujo, después de asegurar que iba a “resucitar” al hijo del conde Stróganov (muerto durante el nacimiento), simplemente lo sustituyó por un bebé sano, se armó un escándalo y el desafortunado ‘maestro’ tuvo que huir a Varsovia.
Desde entonces en Rusia son populares solo los ‘magos’ nacionales, quizá porque son más fáciles de ‘controlar’.
¿Estafadores o no?
Sin embargo, algunos rusos acudieron a los servicios de una bruja francesa, la famosa Marie Anne Lenormand, cuando las tropas rusas entraron a París y Napoleón abdicó. Concretamente lo hicieron el emperador Alejandro I (a quien Lenormand engañó al predecir que viviría una vida larga) y el joven oficial Serguéi Muraviev-Apospol, futuro participante activo de la sublevación de los decembristas, ejecutado en la horca en 1826.
La adivina predijo que el oficial sería ahorcado. Muraviev remarcó que posiblemente lo hubieran confundido con un inglés, puesto que en Rusia no existía esta pena y, además, entonces hacía unos 40 años que no se aplicaba la pena capital en el país. Sin embargo, Lenormand insistió que para él en Rusia “se haría una excepción”, lo cual fue cierto.
Los magos son populares hasta tal grado en Rusia que en el umbral del siglo XXI la ‘facturación’ del sector del ocultismo en el país fue comparable a la del comercio ilegal de drogas. El ‘gran maestro’ estaría contento.

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