Puede sonar cínico, pero las guerras son útiles y convirtieron nuestro mundo en un lugar más seguro, según afirma el historiador de la Universidad Stanford Ian Morris, tras analizar la historia de la humanidad durante los últimos 10.000 años.
El investigador histórico estadounidense Ian Morris divide las guerras en dos tipos: útiles y perjudiciales. Una guerra beneficiosa permite ampliar nuestro mundo, hacerlo más seguro y más próspero. Mientras que un imperio que se sumerge en las actividades bélicas está condenado a la extinción (en calidad de ejemplo el científico evoca el final de la dinastía Han en China y la caída del Imperio Romano).
Al mismo tiempo, el autor admite que los resultados de su investigación resultaron sorprendentes para él mismo: en la historia humana, la guerra siempre ha sido la fuerza impulsora.
Muchas cosas útiles que tenemos actualmente -el sistema de seguridad social o, por ejemplo, los servicios de dentistas- son resultado de las guerras, reveló historiador. Así Ian Morris asume, aunque suene paradójico, que no puede negar que las guerras volvieron nuestro mundo más seguro y más rico.
Para explicar su punto de vista, el historiador aporta el siguiente ejemplo: en el curso de un conflicto bélico un país derrotaba y esclavizaba a otro y se convertía en una nación más grande.
Pero la historia muestra que, en combinación con una forma de gobernación suficientemente flexible, los gobernantes posteriores al triunfador directo, lo primero que trataban de hacer era ayudar a los antiguos vencidos a adaptarse a las nuevas condiciones.
El historiador reconoce que el proceso mencionado llevaba un tiempo bastante extenso, sin embargo, a largo plazo la sociedad acababa ganando.
Además, el investigador observa que para el aumento de la población debe haber una guerra. Durante los últimos 10.000 años la historia prácticamente no conoce ningún ejemplo del incremento de la población sin que lo precediera una guerra, afirma Morris.
Muy rara vez un determinado país voluntariamente perdía su independencia para integrarse en algún otro estado. “En este sentido, la Unión Europea es una feliz excepción”, añade el historiador.
También Morris opina que si el pasado de la humanidad no hubiera estado azotado por las guerras, el mundo sería muy aburrido. En nuestro universo vivirían solamente unos pocos millones de personas que se moverían constantemente de un lugar a otro, al igual que lo efectuaban nuestros antepasados, dedicándose a la caza y recolección, supone el científico. El índice vital, por lo tanto, sería muy bajo. El mundo sería un universo muy diferente al actual.
Para explicar por qué nuestro mundo se ha vuelto más seguro, Morris compara la tasa moderna de probabilidad de una muerte violenta a la de la Edad de Piedra. Los hallazgos arqueológicos indican que en este período de la prehistoria esta medida era de entre un 10 y un 20%. En otras palabras, una de cada cinco personas en esa época moría a causa de una muerte violenta. A día de hoy esta tasa ha descendido notablemente hasta el 0,7%.
Al mismo tiempo el historiador no considera como “útiles” los regímenes de Hitler, Stalin y Mao. Sin embargo, la tendencia general de las guerras beneficiosas a largo plazo sigue siendo la misma, resume Morris.
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