El que fuera líder de Solidaridad recuerda al pronto santo Juan Pablo II y a tantos sacerdotes polacos que ayudaron a la caída del comunismo.
LD/ AGENCIAS 2013-11-04
El expresidente de Polonia, líder del sindicato Solidaridad y Nobel de la Paz, Lech Walesa, cree que “es cierto que Gorbachov intentó renovar el comunismo” y que si no lo logró fue, “en parte, gracias al papel que en este campo desempeñó Juan Pablo II”.
El expresidente de Polonia, líder del sindicato Solidaridad y Nobel de la Paz, Lech Walesa, cree que “es cierto que Gorbachov intentó renovar el comunismo” y que si no lo logró fue, “en parte, gracias al papel que en este campo desempeñó Juan Pablo II”.
“Hubo muchos factores que provocaron el colapso (del comunismo). Fue un proceso que se inició significativamente en 1980 en el astillero de Gdansk, y después de muchos años de lucha trajeron consigo un proceso de cambios hacia la libertad. En este camino Juan Pablo II tuvo un rol decisivo para que sucediera de esta manera, pacífica y efectiva, y no de otra”, afirma Walesa en una entrevista que será publicada este miércoles por la revista El Pensador y adelantada por Europa Press.
Walesa, que se muestra convencido de que “la Providencia” fue la que envió a los polacos “un Papa Santo” en un período “particularmente difícil”, ha recibido con “gran alegría” el anuncio de la canonización de su amigo Juan Pablo II, que subirá a los altares el próximo 27 de abril de 2014, junto a Juan XXIII. Precisamente, afirma que él participó en el proceso de beatificación dando su testimonio y manifestando sus propias convicciones.
También revela que “la Iglesia jugó un gran papel en la conquista de la libertad y en el proceso de democratización del país” pues los obispos y sacerdotes “fueron siempre compañeros de lucha en momentos decisivos”. “Por todos los medios posibles, con su autoridad, invitaban al diálogo y daban testimonio de la verdad. Su apoyo espiritual y sus oraciones no tienen precio”, remarca Walesa, al tiempo que recuerda al padre Jerzy Popieluszko, víctima del comunismo.
En este sentido, precisa que, incluso cuando a los ojos de la opinión pública y en algunos aspectos concretos “no siempre” estuvieran de acuerdo, “las decisiones políticas y estratégicas permanecieron del lado de la libertad y se dirigían hacia un mismo fin”. Asimismo, recuerda que “muchas veces” sintió “la mano de la providencia divina”.
Walesa considera que los polacos padecen “una grave enfermedad, el amor a la libertad, que se ha fortalecido en momentos de la historia cuando la nación ha sido privada de su libertad y su patria borrada del mapa”. Este “yugo”, según añade, pesó especialmente ante “la indiferencia del mundo occidental” cuando en 1939 el mundo dejó a los polacos “solos frente al poder beligerante de Alemania y la posterior sujeción al régimen comunista ruso”.
“Nunca llegamos a reconciliarnos con esta situación y buscamos en aquellos primeros años de la postguerra resistir con las armas sin ningún efecto. Entendimos así que el único camino era el de la paz y el diálogo. Fue en este momento cuando llegó, enviado del cielo, un Papa polaco”, concreta.
No obstante, admite que le “duele” el hecho de que en este camino de democratización hayan “descuidado a los más débiles” y “que muchos hayan acabado perdiendo por no estar preparados para el capitalismo”, aunque puntualiza que estos hechos “dolorosos” no empañan la realidad de “una gran victoria” de la que su generación forma parte.
Sobre el futuro, Walesa apunta que “faltan líderes valientes y eficaces capaces de cambiar la realidad”. Asimismo, se refiere al instituto que lleva su nombre, una organización no gubernamental que dirige desde hace algunos años el programa “En solidaridad con Cuba” que, según explica, trata de enseñar a la gente que busca la libertad y a las organizaciones de la sociedad civil de qué manera es posible luchar por la libertad por el camino de la paz. “Estoy convencido de que en nuestra vida este bello país disfrutará de la libertad y seguirá desarrollándose”, afirma.
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