A menos de una semana de que unos 400 inmigrantes africanos fallecieran en el mar Mediterráneo intentando llegar a Europa, otra vez un barco abarrotado de familias y personas desesperadas por encontrar una mejor vida se hundió camino a las costas italianas y las autoridades creen que cerca de 700 de ellos murieron.
Como ya se volvió una costumbre en las costas del sur de Europa, los guardacostas italianos recibieron bien temprano a la madrugada una llamada de socorro de un barco que llevaba más de 700 inmigrantes que había zarpado de Libia, según contó la vocera del ACNUR, la agencia de la ONU para los refugiados, en Italia, Carlotta Sami.
Como no había ningún barco de la Guardia Costera italiana en la zona, el Centro Nacional de Socorro pidió al barco mercante portugués King Jacob, que navegaba cerca del Canal de Sicilia, que se desviara hasta el lugar para ayudar.
Cuando el buque se aproximaba a la embarcación, los inmigrantes, desesperados, “se colocaron todos en el mismo lado de la nave y provocaron su hundimiento”, según relató Sami, citada por la agencia de noticias EFE.
El buque portugués intentó salvar a los inmigrantes que habían caído al agua, pero sólo logró sacar a 50 personas. Más tarde la Guardia Costera italiana, la Guardia de Finanza y la Marina Militar y de la Armada de Malta alcanzaron a recuperar 24 cuerpos ya inertes.
“Si se confirman estas cifras, en los últimos días habrían muerto más de 1.000 inmigrantes”, sentenció Sami, dejando en claro el dramatismo de la situación que viven las personas que se escapan de África y la inacción de las autoridades europeas, que siguen sin asumir la responsabilidad sobre la gente que llega a sus costas en situaciones muy precarias.
Más tarde, el Alto Comisionado de las Naciones Unidas para los Refugiados, António Guterres, destacó en un comunicado que el de hoy podría ser “la mayor pérdida de vidas en un incidente en el Mediterráneo que involucra a refugiados e inmigrantes”.
La Comisión Europea, el Poder Ejecutivo del bloque, emitió un comunicado en el que expresó su “tristeza” por lo sucedido y prometió una cumbre inminente de los ministros europeos de Interior y de Asuntos Exteriores de la UE para abordar el drama migratorio.
Más tarde, la jefa de la diplomacia europea, Federica Mogherini, informó que va a incluir el tema migratorio como uno de los puntos formales de la agenda del Consejo de los ministros europeos de Exteriores, que se celebrará mañana en Luxemburgo.
Varios líderes europeos, entre ellos el presidente francés, Francois Hollande, y el jefe de gobierno español, Mariano Rajoy, también sumaron sus palabras de indignación; sin embargo, ninguno fue tan contundente como el primer ministro italiano, Matteo Renzi.
Tras una reunión de emergencia de su gobierno, Renzi ofreció una conferencia de prensa en la que denunció “un nuevo tráfico de esclavos” de África a Europa y pidió a la UE que “no los dejen solos”.
“Tenemos que dejar de pensar que murieron números, murieron personas: mujeres, hombres y niños”, reclamó el premier italiano, quien llamó a una cumbre europea urgente para enfrentar el creciente flujo de refugiados e inmigrantes que arriesgan todo para llegar a las costas de la UE.
Renzi además destacó que uno de los temas centrales debe ser el actual conflicto interno y el vacío de poder en Libia. “El 91% de los inmigrantes que llegan a Italia proceden de Libia”, recordó.
El año pasado, unas 220.000 personas cruzaron el Mediterráneo desde las costas del norte de África y se estima que al menos 3.500 de ellas fallecieron en el intento, la mayoría ahogadas.
Después del gran naufragio en la isla italiana de Lampedusa, en octubre de 2013, cuando cientos de personas murieron ahogadas en el Mediterráneo, la UE reconoció que este era un problema comunitario y no de los países costeros del sur del continente.
A finales de 2013 se creó la operación europea de rescate Mare Nostrum, pero le pusieron fecha de vencimiento, diciembre de 2014. Desde entonces, la operación comunitaria no fue renovada ni reemplazada por otra.
Sin ninguna red de contención europea, la Organización Internacional de las Migraciones advirtió esta semana, después de otro naufragio que dejó unos 400 muertos, que sólo este año podrían morir unos 30.000 inmigrantes tratando de llegar al Viejo Continente.
En otros palabras, el número personas que morirán ahogadas en el Mediterráneo en un intento desesperado por conseguir una mejor vida en Europa se multiplicará por diez en un sólo año.
Mientras la mayoría de los dirigentes europeos señalan como responsables a las mafias que trafican gente a través del Mediterráneo en embarcaciones muy precarias y sin ningún tipo de medidas de seguridad, lo cierto es que el inédito flujo de personas desde las costas del norte de África al Viejo Continente no es un problema meramente migratorio.
La mayoría de los llamados inmigrantes que intentan cruzar el mar Mediterráneo son en realidad refugiados de los conflictos armados en Medio Oriente y África, conflictos en los que Europa suele cumplir algún rol. El caso más evidente es Libia.
Muchos de los barcos que trafican personas a Europa salen de Libia, aprovechando el vacío de poder y el caos político y militar que se vive en ese país desde que la OTAN, el brazo armado de la alianza Estados Unidos-Europa, apoyó a los grupos de mercenarios armados de Libia a derrocar a Muammar Al Gaddafi.
Las potencias occidentales y sus aliados permitieron el ingreso masivo -se estima que fueron alrededor de un millón- de armas para los mercenarios y, una vez que Gaddafi fue asesinado, esas nuevas milicias se negaron a reconocer al nuevo gobierno y desataron una guerra interna por el control del Estado.
Ahora, casi cuatro años después, el Estado libio no controla su propio territorio y Europa no tiene con quien coordinar el control de los barcos que zarpan para atravesar el Mediterráneo.
En estas horas, cuando los líderes europeos negocian qué se discutirá en la cumbre europea que sin lugar a dudas se convocará en las próximas horas, el jefe de la ACNUR, Guterres, le recordó a la UE otra responsabilidad que debe asumir el bloque para evitar que el Mediterráneo se convierta en un gran cementerio.
“Este nuevo desastre confirma lo importante que es restaurar una operación de rescate robusta y ofrecer alternativas legales para alcanzar las costas europeas. Si esto no ocurre, seguirá habiendo personas que morirán intentando alcanzar la seguridad en Europa”, sostuvo Guterres, haciendo una referencia indirecta a la drástica reducción de casos de asilados y refugiados políticos aceptados por los países europeos.
Telam
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