Escrito por Félix Román Negrín Rodríguez para Periodismo Alternativo
La violencia una vez más en el mundo en que vivimos está tomando proporciones muy preocupantes, y peligrosa. El desempleo, la corrupción, el despilfarro, son una lacra que sin duda están tomando ese camino en el que estamos inmersos.
El enlace entre cultura y violencia vienen a la mente imágenes de descomposición y fragmentación del tejido social, productivo y humano que se están dando en el mundo que actualmente vivimos aquí y ahora.
Es perfectamente normal que asociemos la violencia con la marginalidad, como el desastre de un sistema político putrefacto en decadencia, caída de los valores tradicionales, espirituales, y morales, emigración de las capas sociales más pobres hacia lugares de mejor poder adquisitivo. La violencia se inscribe en una falta de regulación social, el paso de una sociedad tradicionalista a una sociedad globalizada, deshumanizada, eso genera como consecuencia un período de desarraigo social.
Los valores de convivencia están por los suelos, están de capas caídas, los jóvenes no se arraigan aún en la conciencia ciudadana y colectiva.
Pero… el problema de la violencia se recrudece si pensamos en la construcción de una cultura urbana derivada de una hostilidad y hostigamiento.
La violencia aquí y en la actualidad, no apunta a capas sociales marginales inferiores, tampoco señalan a instituciones y su antiguo uso legítimo y derecho a esa violencia.
La comunicación, el diálogo, la convivencia en el camino hacia la paz; se está perdiendo lamentablemente en la mayoría de los casos. En la actualidad el cruce entre la cultura y la violencia, se tiene que hacer una reflexión sobre la realidad de lo que estamos haciendo.
La violencia en el mundo, despega, emerge, no como algo simple; sino como reflejo de esa violencia social. Brota, se manifiesta como una enérgica protesta de inconformismo, de rebeldía.
Es hora de tomar cartas en el asunto no dejándonos arrastrar por la crisis, el desempleo, la desidia, y el egoísmo que azota el mundo. Tenemos que defender nuestra identidad como seres humanos utilizando y construyendo una sociedad justa y equilibrada, la NO violencia, la solidaridad entre los pueblos, y el sentido común.
La violencia genera violencia, es un camino que nos lleva a ninguna parte, a ningún sitio… al abismo. Con la violencia no hay salida.
Ahí queda eso…
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